Cuatro noches atrapada en Madrid

Una pasajera lleva desde el viernes esperando una plaza para volar a Berlín

Lleva cuatro días de cola en cola. De mostrador en mostrador. Ha acumulado siete tarjetas de embarque con destino a Berlín, pero con ninguna ha podido volar a su destino. Que no hay sitio, le dicen siempre los empleados de Iberia. Llega a la puerta de embarque, van pasando otros viajeros y ella se queda fuera. Y así una y otra vez. Marcia Rocha, brasileña de 27 años, esperaba con los ojos rojos el autocar que la iba a llevar ayer por la tarde a un nuevo hotel. Media hora antes se había echado a llorar, desesperada, delante del enésimo trabajador de Iberia que le decía que no podía subir al avi...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Lleva cuatro días de cola en cola. De mostrador en mostrador. Ha acumulado siete tarjetas de embarque con destino a Berlín, pero con ninguna ha podido volar a su destino. Que no hay sitio, le dicen siempre los empleados de Iberia. Llega a la puerta de embarque, van pasando otros viajeros y ella se queda fuera. Y así una y otra vez. Marcia Rocha, brasileña de 27 años, esperaba con los ojos rojos el autocar que la iba a llevar ayer por la tarde a un nuevo hotel. Media hora antes se había echado a llorar, desesperada, delante del enésimo trabajador de Iberia que le decía que no podía subir al avión. Otra vez. "Esto es una pesadilla", repetía. Al chico le dio tanta pena, contaba después Marcia en el hotel Tryp Alameda, que bajó la persiana de su taquilla y la acompañó de mostrador en mostrador hasta que le dieron una nueva tarjeta de embarque. Ésta, por fin, con asiento asignado. "Ojalá le hubiera preguntado su nombre y su email; me gustaría agradecérselo. De no ser por él...".

Más información

Si el overbooking no lo impide, Marcia cogerá hoy el vuelo 3588 de Berlín a las 8.50 de la mañana. El mismo al que tendría que haber subido el viernes por la mañana, pero que se canceló. Volvía de Río de Janeiro, de pasar un mes de vacaciones con su familia. En Berlín la esperan sus estudios de doctorado en biología. "Hoy [por ayer] ya tendría que estar trabajando", decía. Sola, con la misma ropa de hace cuatro días, sin una de sus dos maletas, que le perdieron en el caos de Barajas... "Creo que esto es lo peor que me ha pasado".

Iberia no se explica el peregrinaje de Marcia. "Es muy raro. Tratamos de recolocar a todo el mundo en el siguiente vuelo", se extrañaba ayer una portavoz de la compañía. Trataron de hacerlo, sí, como atestiguan sus tarjetas de embarque. Dos para el sábado; otras dos para el domingo... Pero siempre en "stand by", o sea, en espera. "No era cuestión de dinero. No podía hacer absolutamente nada. Nunca me había sentido tan impotente".

Marcia Rocha, en su habitación de un hotel cercano al aeropuerto de Madrid-Barajas.SAMUEL SÁNCHEZ

Sobre la firma

Archivado En