Eternos aspirantes

Llevan ya unos cuantos años tratando de acceder a las grandes ligas del pop rock comercial del país, aquel terreno en el que unos pocos se disputan las mayores cifras de ventas. Pero algo se les resiste. Algo que les impide franquear esa barrera de promesa recurrente, desde que ganaran el certamen Villa de Madrid en 2003 con sus primeros temas. Quizá sea que el público hispano, ya indiscutiblemente predispuesto a escuchar con devoción toda clase de acólitos de Radiohead en castellano (véase el caso de Los Piratas o Vetusta Morla), aún no está por la labor de comulgar con una propuesta que, com...

Llevan ya unos cuantos años tratando de acceder a las grandes ligas del pop rock comercial del país, aquel terreno en el que unos pocos se disputan las mayores cifras de ventas. Pero algo se les resiste. Algo que les impide franquear esa barrera de promesa recurrente, desde que ganaran el certamen Villa de Madrid en 2003 con sus primeros temas. Quizá sea que el público hispano, ya indiscutiblemente predispuesto a escuchar con devoción toda clase de acólitos de Radiohead en castellano (véase el caso de Los Piratas o Vetusta Morla), aún no está por la labor de comulgar con una propuesta que, como la suya, ha mostrado sus filias por los sentimentales vericuetos melódicos de los exitosos Coldplay. Por eso, La Sonrisa de Julia ha tratado de dar a Bipolar, su tercer álbum, un tono más enérgico y algo menos amanerado. Aunque la prueba del nueve, como siempre, será tras ver lo que dan de sí los escenarios.