Cartas al director

La caída de los dioses

Los legos en economía estamos absolutamente desconcertados ante la llamada crisis financiera y sus consecuencias. Día sí día también, las portadas de los medios de comunicación nos inundan con cifras astronómicas -incomprensibles para el común de los mortales- sobre la inyección de recursos públicos en el sistema financiero. ¿De dónde sale ese dinero? ¿Es real o es virtual? ¿Dónde estaba? ¿Les sobraba a los bancos centrales? Si es así, ¿por qué no lo han utilizado antes en paliar las múltiples deficiencias e injusticias sociales? En Estados Unidos parece que hay dinero para arrasar Irak o para...

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Los legos en economía estamos absolutamente desconcertados ante la llamada crisis financiera y sus consecuencias. Día sí día también, las portadas de los medios de comunicación nos inundan con cifras astronómicas -incomprensibles para el común de los mortales- sobre la inyección de recursos públicos en el sistema financiero. ¿De dónde sale ese dinero? ¿Es real o es virtual? ¿Dónde estaba? ¿Les sobraba a los bancos centrales? Si es así, ¿por qué no lo han utilizado antes en paliar las múltiples deficiencias e injusticias sociales? En Estados Unidos parece que hay dinero para arrasar Irak o para tapar las tropelías de los neocons, pero no para garantizar el seguro médico a toda la población. Vaya sarcasmo. Los artífices de esta monumental estafa son los oficiantes de una nueva religión, el ultraliberalismo, cuyo dios es un ente incorpóreo y enigmático que llaman mercado. Ahora hemos visto que el mercado, como muchos otros dioses, se ha venido abajo. Un batacazo de órdago. Sus iluminados sacerdotes no tienen más recursos que acudir a las viejas recetas de la denostada socialdemocracia -inversión pública, rescates financieros- para tapar el monumental socavón que su política económica ha generado. Que intervenga el Estado. Eso sí, mientras vengan mal dadas. Después, pelillos a la mar y si te he visto no me acuerdo. Menudo timo.

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