Reportaje:Talentos

La 'vedette' y su circo enfermo

Elizabeth McGrath, reina del arte surrealista pop, se inspira en el mundo animal

Desde la calle se puede ver un cerdo blanco, empolainado, con detalles casi Luis XVI y partido por la mitad. La gente se para y casi todos entran. Desde dentro de la galería se puede descubrir qué hay dentro del cerdo. Casas desvencijadas en lo que parece casi una maqueta para un filme de Tim Burton. "¡Cerdo capitalista!", grita uno de los responsables de la Iguapop Gallery, donde Elizabeth McGrath, tal vez la más brillante y prometedora artista enrolada en el pop surrealista, inaugura hoy su muestra Tears of the crocodile (Lágrimas del cocodrilo).

La expectación es inusitada. ...

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Desde la calle se puede ver un cerdo blanco, empolainado, con detalles casi Luis XVI y partido por la mitad. La gente se para y casi todos entran. Desde dentro de la galería se puede descubrir qué hay dentro del cerdo. Casas desvencijadas en lo que parece casi una maqueta para un filme de Tim Burton. "¡Cerdo capitalista!", grita uno de los responsables de la Iguapop Gallery, donde Elizabeth McGrath, tal vez la más brillante y prometedora artista enrolada en el pop surrealista, inaugura hoy su muestra Tears of the crocodile (Lágrimas del cocodrilo).

La expectación es inusitada. El lugar se ha quedado pequeño y la muestra, también. Hojeando el catálogo se descubre que ya casi todas están vendidas. Y es que esta menuda californiana de 37 años acaba de triunfar en la feria de arte londinense Scope. Liz entra en un probador vestida de turista y sale ataviada como una pin up fan de John Waters. "Me encantaba la idea de jugar con el hecho de que el cocodrilo llore cuando muerde a su víctima. Me parecía una buena metáfora sobre lo débiles que somos, de cómo hacemos lo que está en nuestra naturaleza para luego, de alguna manera, arrepentirnos".

Hay que ver las obras dos veces; el detallismo resulta fascinante
Una cabeza de sapo colgada de la pared cual trofeo de caza lleva sombrerito

En la biografía de esta artista y cantante -comparte banda, Miss Derringer, con su marido- hay mucho material para el arrepentimiento más católico. "Mis padres son católicos hasta el tuétano. En mi adolescencia me metieron en un internado casi fundamentalista, que es la opción peor cuando eres una joven mala. En los reformatorios, al menos, te dan cigarrillos y Valium. Ahí te hacían rezar". McGrath admite que su dislocada relación con la religión corporativa y su pasado liderando la banda punk Tongue, uno de los más desquiciados y peligrosos combos del este de Los Ángeles, marcaron los inicios de su carrera como pintora y escultora. Por aquel entonces, sus amigos la apodaron Sangrienta Liz. "Poco a poco he ido añadiendo algo de luz en mi vida y en mi obra". A la menuda Liz le han pasado muchas cosas y todas ellas se han convertido, de un modo u otro en influencias. "Mi barrio, por ejemplo. Cuando me mudé al este del downtown de Los Ángeles, aquello era realmente terrorífico. En cuarenta manzanas vivían 15.000 sin techo. He visto de todo. Lo mejor del barrio en aquella época era que nadie quería vivir allí y era tremendamente barato. Además, al ser un basurero enorme, encontrabas todo tipo de materiales para esculpir. Siendo autodidacta y sin tener ni idea de técnicas ni nada por el estilo, empecé a descubrir las grandes posibilidades que ofrecen las bolsas de plástico como material escultórico". Su talento llamó la atención de Fred Stuhr, reputado director de videoclips, y la fichó como directora artística para anuncios y vídeos musicales.

Una cabeza de sapo colgada de la pared cual trofeo de caza. Lleva sombrerito. Dos chihuahuas, uno con bigote, otro afeitado. Infinidad de cajas de madera con inquietantes dioramas en su interior. El animalario que puebla la muestra de McGrath parece sacado de un circo enfermo, de una serie de dibujos animados que salió mal. Como las mejores películas, hay que verlo dos veces, pues el detallismo es ciertamente fascinante. "Creo que en muchas ocasiones le doy demasiadas vueltas a las piezas. Para mí, es muy bueno que mi marido se encargue de las canciones del grupo y de su orientación. Si fuera por mí, aún no hubiésemos terminado ni un tema", apunta McGrath, dirigiendo la atención hacia Miss Derringer, un combo de country oscuro y bubblegum pop envenenado que acaba de terminar una gira taloneando a Blondie por Estados Unidos. "Lo primero fue la música. Estuve una década emborrachándome con una banda cuyo principal objetivo era el exceso. Ahí descubrí que me gustaba mucho diseñar camisetas, fanzines, darle una orientación estética al grupo. Ahora, con esta banda, somos todos más profesionales. Bueno, tal vez ahora soy yo la que más problemas crea. Ya sea por mis compromisos artísticos como por lo que me cuesta cantar los temas más pop. Debo ir a clases de voz. Me sentía más cómoda cuando éramos más oscuros que ahora que mi marido insiste en el pop", comenta la chica que guarda sobre la mesilla de noche su chihuahua disecado, que vive con dos perros sin pelo y que, un día de éstos, podría ser una estrella.

Elizabeth McGrath, en la galería Iguapop de Barcelona.CARMEN SECANELLA

Grandes preguntas

- ¿Quién es? Elizabeth McGrath, nacida hace 37 años en Los Ángeles. Se le puede definir como a una escultora inadaptada, una pintora delirante o como la cantante de la banda Miss Derringer, un combo de

"country pop oscuro", signifique eso lo que signifique.

- ¿De dónde viene? Como pintora, diseñadora y escultura está claramente enrolada en el pop surrealista. Es más, es uno de los faros de un movimiento rabiosamente actual. Trabaja con infinidad de materiales, recuerdos y fobias.

- ¿A dónde va? Quiere "acabar el disco, editarlo de una vez, encontrar un guitarrista nuevo para poder salir de gira y que mis obras de arte sigan gustando como lo han hecho hasta ahora". Hasta que llegue adonde se dirige, se puede ver su obra hasta el 23 de noviembre en Iguapop Gallery (Comerç, 5, Barcelona) o en su primer libro,

Everything that creeps, editado en EE UU por Last gasp.

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