Crítica:ROCK

Épica sin lírica

Allá por el año 2004, cuatro jovencitos con cara de llevar una vida muy sufrida rodaban en la playa el vídeo de Llevo tu voz con el propósito evidente (aunque no confeso) de emular a los Coldplay de Yellow, en estética y sonido.

Aquellos chavales han crecido, el muchacho del piano abandonó el barco, los supervivientes acaban de rubricar un tercer disco (Bipolar) y el referente ya no es tanto Chris Martin como su homólogo en Muse, Matthew Bellamy.

Puede que no sea tan mala idea. Ahí están, sí, el toque casi marcial de la batería o esos bajos galopantes que tan...

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Allá por el año 2004, cuatro jovencitos con cara de llevar una vida muy sufrida rodaban en la playa el vídeo de Llevo tu voz con el propósito evidente (aunque no confeso) de emular a los Coldplay de Yellow, en estética y sonido.

Aquellos chavales han crecido, el muchacho del piano abandonó el barco, los supervivientes acaban de rubricar un tercer disco (Bipolar) y el referente ya no es tanto Chris Martin como su homólogo en Muse, Matthew Bellamy.

Puede que no sea tan mala idea. Ahí están, sí, el toque casi marcial de la batería o esos bajos galopantes que tanto animan a marcar el compás sobre el piso. Y hasta tenemos una voz lo bastante aguda y dolorida para abordar esta versión doméstica de la épica rockera.

LA SONRISA DE JULIA

Marcos Casal (voz, guitarra), Diego Rojo (bajo, coros), Víctor Antón (guitarra, teclados), Raúl Delgado (batería, coros). Sala Caracol. Madrid, 24 de octubre. Lleno (400 espectadores).

En cambio, donde el invento se desmorona con estrépito es en la otra parte, la lírica. Siempre podrán achacarle el nombre del grupo a algún pérfido consejero, pero adoptar voz y pose de tragedia griega "para contarle al sol lo mucho que te eché de menos" parece un flash-back a los tiempos del BUP.

Lástima que las letras no ayuden a redondear piezas que, como Libres o Dentro de ti, podrían ser muy notables. El carisma es cuestión de tiempo y a Marcos Casal todavía le toca esperar.

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Eso, o cambiar de poetas de cabecera. Casariego estaría bien, sin ir más lejos. Pero reconociéndole la paternidad, por favor.

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