Análisis:HISTORIAS DE UN TÍO ALTO | PEKÍN 2008 | Baloncesto

Patriotas, imbéciles y antipáticos

Me sigue sorprendiendo el patriotismo desmedido y gratuito del que hacen gala mis compatriotas estadounidenses. Me desperté pronto para ver a Lituania contra España en las semifinales del torneo de baloncesto. No tardé en dar mi apoyo a los lituanos, algo que no terminó saliendo del todo bien. He de decir algo: puede que ellos hayan perdido, pero a mí me daban miedo casi todos.

Conseguí ver un cuarto del Estados Unidos-Argentina antes de tener que ir a entrenarme (sigo con la farsa de ser deportista profesional, aunque sólo sea para entablar conversaciones). Cuando llegué al gimnasio, l...

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Me sigue sorprendiendo el patriotismo desmedido y gratuito del que hacen gala mis compatriotas estadounidenses. Me desperté pronto para ver a Lituania contra España en las semifinales del torneo de baloncesto. No tardé en dar mi apoyo a los lituanos, algo que no terminó saliendo del todo bien. He de decir algo: puede que ellos hayan perdido, pero a mí me daban miedo casi todos.

Conseguí ver un cuarto del Estados Unidos-Argentina antes de tener que ir a entrenarme (sigo con la farsa de ser deportista profesional, aunque sólo sea para entablar conversaciones). Cuando llegué al gimnasio, le pregunté a mi entrenador si podía utilizar su ordenador para seguir el partido. Le expresé mi frustración por la gran ventaja que llevaban los estadounidenses, algo que le sorprendió y eso, a su vez, me sorprendió a mí. Suelo olvidar que no todo el mundo está tan hastiado como lo estoy yo. Le pregunté si iba en serio, si de verdad quería que ganaran los estadounidenses a pesar de que el equipo esté prácticamente lleno de imbéciles que, probablemente, no le tirarían agua si se le estuviera quemando la cara. Se paró a pensar en mi pregunta un momento y me contestó: "Supongo que sí". Pero cambió rápidamente de tema y me preguntó si había hablado alguna vez con algún jugador de fútbol profesional. Me dijo que eran mucho más humanos. Pero eso es en Estados Unidos, donde el fútbol es el deporte número 87 en la lista.

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Sigo dándole vueltas a cuál es en concreto la razón por la que no consigo desear que los estadounidenses ganen en estos Juegos Olímpicos la medalla de oro. Gran parte se debe a que sé que ni Carmelo Anthony ni LeBron James se dignarían a hablar conmigo en una fiesta. Con Felipe Reyes, en cambio... Bueno, podríamos salir alguna vez.

Mi entrenador favorito, que es Tim Floyd, me dijo que le gusta tanto el baloncesto porque se puede saber todo sobre la personalidad de un jugador por la forma en que se comporta sobre la cancha. Me gustó lo que dijo porque resumía lo que yo siempre he sabido. Al parecer, no todo el mundo lo ve igual que él y que yo. Si lo hicieran así, seguro que no animarían a Kobe Bryant. No me malinterpreten: Bryant es un jugador muy bueno, pero también es increíblemente antipático con sus compañeros de equipo y condescendiente con casi todo el resto de los miembros de la raza humana. Pero puede que yo sea el único que repara en ello.

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