Crónica:ESPAÑA 0 - ALEMANIA 1 | PEKÍN 2008 | Hockey

La plata les hizo llorar

España cae en la maraña defensiva de Alemania y termina abocada al individualismo

El pelirrojo Sebastian Biederlack tiene pinta de bohemio de entreguerras. Pero es un central alemán. El hombre no sabe nada de fútbol, pero comparte la misma manera de sentir, el mismo espíritu cósmico, que, por ejemplo, Cristoph Metzelder. Los alemanes modernos disfrutan defendiéndose porque encuentran en la marca una forma de realización personal. Necesitan expresar su pragmatismo, su sentido del cálculo, su solidez idealizada, y para eso no hay nada mejor que agruparse en torno a un líder y aguantar. El jefe de la defensa alemana, ayer contra España, fue Biederlack, un gigante cada vez que ...

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El pelirrojo Sebastian Biederlack tiene pinta de bohemio de entreguerras. Pero es un central alemán. El hombre no sabe nada de fútbol, pero comparte la misma manera de sentir, el mismo espíritu cósmico, que, por ejemplo, Cristoph Metzelder. Los alemanes modernos disfrutan defendiéndose porque encuentran en la marca una forma de realización personal. Necesitan expresar su pragmatismo, su sentido del cálculo, su solidez idealizada, y para eso no hay nada mejor que agruparse en torno a un líder y aguantar. El jefe de la defensa alemana, ayer contra España, fue Biederlack, un gigante cada vez que los españoles amenazaron su portería. El premio fue la victoria sobre un adversario superior.

ESPAÑA 0 - ALEMANIA 1

España: Cortés; Freixa, F. Fábregas, A. Fábregas, Amat, Tubau, R. Alegre, Ribas, Garza, Enrique y D. Alegre -equipo inicial-; Arbos, Sojo, Fernández, Sala y Oliva.

Alemania: Weinhold; Müller, Biederlack, Nevado, Fuerste, Hauke, Weissenborn, T. Wess, C. Zeller, Witthaus y P. Zeller -equipo inicial-; Witte, B. Wess, Meinert, Korn, Keller, Montag y Schulte.

Gol: 0-1. M. 16. Christopher Zeller.

Árbitros: David Gentles (Australia) y Enrik Ehlers (Dinamarca.).

Final disputada en la pista de hockey del Parque Olímpico.

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Alemania salió a presionar a España en su campo y lo logró con creces. Además de perder la bola, los españoles perdieron la concentración. Perdida la posesión, perdieron el alma. Parecían hasta displicentes cuando los rivales entraban por las bandas desdoblándose con puntualidad mecánica. El escenario se fue llenando de caramelos para un tal Christopher Zeller. Este muchacho de piel morena y pelo largo engominado es un delantero letal. Un elemento poco aprovechado por su equipo, pero infalible cada vez que entra en acción. En los primeros 15 minutos lanzó tres tiros entre los tres palos. Dos fueron rechazados por la defensa y el portero español. El tercero, en el penalti-córner, fue adentro.

El partido cambió completamente a partir del gol de Zeller. Si Alemania había empezado adelantando la presión para desconectar la salida del juego español, acabó metiéndose en su campo. Hubo repliegue. Cada uno a su sitio y arriba un delantero solo para coger los rechaces o los pases largos. España se había metido en uno de los problemas más terribles que puede afrontar un equipo: ir perdiendo contra Alemania una final.

Pol Amat, Edu Tubau y Santi Freixa se vieron en una situación desesperada. Tal vez se metieron demasiada presión a sí mismos. Se obligaron a ser creativos y se abocaron al individualismo. Dejaron de verse o se vieron poco. Todas sus acciones acabaron en el embudo de Biederlack. Al acabar el partido, el pelirrojo celebró el triunfo: "Fue la clásica victoria alemana. Hicimos un gol al principio y luego supimos aguantar. El problema de los españoles fue que no supieron librarse del marcaje al hombre. Cuando les das pocos espacios, sus jugadores más creativos están incómodos".

El seleccionador de España, el holandés Maurits Hendriks, se mostró elegante. "Si vas perdiendo contra la mejor defensa del mundo, sólo te queda una opción: que la fortuna esté de tu lado, y esto no ha pasado", dijo el técnico; "al contrario, las cosas pequeñas han favorecido a Alemania. No hemos podido hacer más y es una pena. Porque ha sido un resultado de fútbol, no de hockey".

Los españoles se veían campeones. Se sentían más poderosos. Y, en cierto modo, lo eran. Pero perdieron. "Otra vez lo mismo", dijo el veterano Pol Amat con su cara de inexpresiva calavera; "no hemos sabido jugarles a los alemanes". Cuando el árbitro sopló el silbato, los españoles se fueron desplomando sobre la moqueta verde. Edu Tubau no paraba de llorar. Hendriks recorría el campo consolando a los chicos. Pero no había caso. Estaban desconsolados. En eso, tuvieron grandeza. Fueron los únicos españoles en Pekín que lloraron después de ganar una plata.

Kiko Fábregas, de espaldas, observa a los alemanes celebrando el triunfo.REUTERS

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