POR LA CUERDA | PEKÍN 2008 | Atletismo

¿Y si la carrera es lenta?

En una prueba con 12 corredores, se puede correr primero... o duodécimo. Lo sé. Suena a perogrullada. Déjenme explicarlo.

En los Juegos de Barcelona, cuando gané el oro olímpico, mi estrategia inicial era completamente diferente de la que luego me pidió la carrera. El argelino Noureddine Morceli era el indiscutible favorito para el oro, y mi táctica de carrera era tan simple como machacona en mi cabeza: batir a Morceli. Me daba igual que fuese una carrera rápida o lenta. Yo había visualizado que ganaba. Y punto. Ésa era toda mi estrategia. Pero después la carrera salió inexplicablemente...

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En una prueba con 12 corredores, se puede correr primero... o duodécimo. Lo sé. Suena a perogrullada. Déjenme explicarlo.

En los Juegos de Barcelona, cuando gané el oro olímpico, mi estrategia inicial era completamente diferente de la que luego me pidió la carrera. El argelino Noureddine Morceli era el indiscutible favorito para el oro, y mi táctica de carrera era tan simple como machacona en mi cabeza: batir a Morceli. Me daba igual que fuese una carrera rápida o lenta. Yo había visualizado que ganaba. Y punto. Ésa era toda mi estrategia. Pero después la carrera salió inexplicablemente lenta. Salí rápido para coger posición, y me coloqué como de costumbre tercero o cuarto, quizás algo encerrado. Morceli se situó detrás de mí. Yo pensaba entonces, 'como tenga problemas para salir de aquí, éste lo va a pasar aún peor' ... Y ya no volví a ver al argelino. La cosa seguía lentísima, así que me planteé la prueba como si fuera un cuatrocientos. Con el toque de campana, cambié de estrategia. Dejé de pensar en Morceli. A falta de 200 metros, aproveché un hueco que me dejó el alemán Jens-Peter Herold, me protegí con el brazo derecho para pasar por el interior, cambié de ritmo... y corrí todo lo que pude. '¡Hasta donde llegues, Fermín!', me dije. Y llegué al oro.

Cuanto mejor colocado estés, menos decidirán el azar de la carrera y las pocas fuerzas que te resten en las piernas
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Con esta batallita quiero explicar que no todas las carreras son predecibles. Que Natalia puede salir hoy con la idea de seguir a la bahreiní, y sería lo lógico porque Jamal es la favorita al oro. Pero cada carrera te exige improvisar. Si sale rápida, es logico que Natalia se pegue a la favorita, que para eso es la que tiene la mejor marca. Pero, ¿y si sale lenta? ¿Y si Jamal no tiene el día? ¿Y si Natalia se obsesiona con seguirla y, en un ritmo lento, alguien da el campanazo como yo en Barcelona? No. No es una tontería la posición en carrera. Natalia debe estar siempre atenta, sin encerrarse, por la calle dos, porque si alguien te saca 10 metros, estás muerto. Vuelvo a Morceli. Yo corrí la última vuelta en Barcelona en 50s; pues el argelino, si quería ganarme, ¡debía hacer los últimos 400 metros en 48s! ¿Es la colocación, pues, una cuestión de perogrullo?

Y luego están los imponderables. Morceli aprendió para Atlanta. A falta de 400 metros lideraba la prueba. Detrás, El Guerruj. Y detrás del marroquí, yo. Bien colocados los tres. Y de repente, ¡catapum!... el marroquí al suelo, yo pierdo cinco metros... y debo conformarme con la plata. ¿Qué habría conseguido si llego a estar mal colocado? Seguramente nada. Cuanto mejor colocado estés, menos decidirán el azar y las pocas fuerzas que te resten en las piernas.

Confío en Natalia y en Iris. Las marcas, sin las rusas, están muy parejas, así que la prueba se decidirá en 4m 2s ó 4m 3s porque no creo que Jamal se suicide marcando el ritmo. Y eso le vendrá bien al buen final de las españolas. Me agarro a ellas para conseguir la primera medalla del atletismo. La otra opción es Ruth Beitia, que conseguirá un metal si salta sobre su récord de España.

Y se perdió la baza de Bragado. Su cuarto puesto es para quitarse el sombrero, pero es otra opción de medalla que desaparece. Otra historia será la final de 5.000m con Jesús España y Behzabe. Esa ya no es prueba para blancos...

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