Columna

La estrategia de Blanco

Sea cierto o no que hay adelanto electoral en Galicia, la pregunta esencial sigue siendo la misma: ¿a quién beneficia algo así? Todos sabemos que cuando un presidente anticipa unas elecciones es por dos razones: o bien porque no le queda más remedio, tras haber perdido el respaldo parlamentario, o bien porque le conviene a su partido. Por tanto, teniendo en cuenta que en Galicia no ha pasado nada grave y que el Gobierno es de los más estables que se recuerdan, si finalmente hay elecciones anticipadas es porque el PSOE así lo desea. Y si quiere eso será porque supone que le beneficia. Podemos d...

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Sea cierto o no que hay adelanto electoral en Galicia, la pregunta esencial sigue siendo la misma: ¿a quién beneficia algo así? Todos sabemos que cuando un presidente anticipa unas elecciones es por dos razones: o bien porque no le queda más remedio, tras haber perdido el respaldo parlamentario, o bien porque le conviene a su partido. Por tanto, teniendo en cuenta que en Galicia no ha pasado nada grave y que el Gobierno es de los más estables que se recuerdan, si finalmente hay elecciones anticipadas es porque el PSOE así lo desea. Y si quiere eso será porque supone que le beneficia. Podemos darle mil vueltas al tema, buscar pretextos, marear la perdiz e incluso hacer de este asunto tan serio un divertimento veraniego, pero a la hora de la verdad nadie da duros a cuatro pesetas. Si algo llama la atención no es que el PSOE defienda sus intereses electorales de la mejor manera posible, sino que le salga gratis.

El PSOE quiere controlar los tiempos de cara a las elecciones europeas, vascas y gallegas

La estrategia del número dos socialista José Blanco, cuyo profundo conocimiento de los procesos electorales es un hecho, tiene todo su sentido: quiere controlar los tiempos de cara a las elecciones europeas, vascas y gallegas, que irán cayendo en las hojas del calendario al mismo tiempo que caerán los principales indicadores económicos. Siendo como es el máximo responsable de las campañas de su partido, es lógico que se mueva e intente influir en beneficio de sus intereses, a sabiendas de que si se queda quieto serán otros los que le marquen el paso.

Como quiera que las elecciones europeas le vienen dadas y las de Euskadi dependen de Ibarretxe -por cierto, los partidos vascos las prevén para marzo o, como muy tarde, para abril-, le queda mover ficha en Galicia, donde gobierna el partido en el que él manda. Y moviéndose en su tierra le envía un recado al lehendakari y marca la agenda gallega, sin que nadie de su partido se atreva a rechistarle. Para entender hasta qué punto es esto trascendente, basta con que nos hagamos una pregunta: ¿hubiese imaginado alguien a Acebes diciéndole a Fraga cuando tenía que convocar elecciones en Galicia? Ahora sustituyamos en esa frase Acebes por Blanco y Fraga por Touriño, y nos quedará claro quién es quién en esta película.

Blanco es un político con mucha experiencia -se inició en las Xuventudes Socialistas y llegó a la cima del PSOE- pero sigue siendo joven. Tiene, por tanto, todo el tiempo del mundo para hacer política en Galicia, si un día se cansa de gestionar Ferraz. Pero Pepe Blanco lo ha pasado mal en Galicia, donde primero fue objeto de críticas seguramente infundadas, ligadas a su gestión en el Consello da Xuventude, y después fue ninguneado por los barones del PSOE. Su oportuna alianza con ZP le colmó de tanto poder que aquellos que decían que "Blanquito estaba para ir a buscar los cafés" terminaron rindiéndole pleitesía. Blanco sigue siendo Blanco, pero sus circunstancias han cambiado tanto que hasta puso de presidente de la Diputación de Lugo a un amigo suyo. Sí, sentó a un socialista allí donde campaba a sus anchas el indestructible Cacharro. Un día quizá se plantee ganar en su pueblo y ser presidente de la Xunta, y para eso, conociendo la psicología de los gallegos, siempre viene bien demostrar que mandas. ¿O no?

En la política que se estudia en la universidad suele prestársele mucha atención a los conceptos teóricos. En la que se vive a pie de obra resulta que pesan mucho más los conceptos personales. Blanco es un hombre que sabe mucho de lo segundo y que ahora también tiene los mejores asesores por si necesita intelectualizar su discurso. Incluso tiene tiempo libre, ya que muchas tareas domésticas del partido se las ha endosado a Leire Pajín. Siguiendo también en esto a Guerra, ya puede estar de oyente.

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Su trabajo está hecho. Blanco ha dicho lo que quería, y ahora serán sus seguidores los que hagan los deberes. Sus privilegiadas relaciones con Quintana, construidas discretamente en Madrid, ya en tiempos de Fraga, le permiten gozar del respeto del BNG, que en este asunto del adelanto ha jugado con una elegancia casi sorprendente. Y su línea de ataque a Rajoy sale, una vez más, a flote. Se ve que sabe veranear pero también mandar. Es de Lugo.

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