Combativa, poética y desconocida

Manuel Borja-Villel vuelve al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), que dirigió durante 10 años, como comisario, junto con Rosario Peiró, de una muestra-revelación: Nancy Spero. Disidanzas, que se presentará en otoño en Madrid y después en Sevilla. Aunque parezca increíble, se trata de la primera retrospectiva de esta pionera del arte feminista que, a pesar de estar representada en los principales museos, jamás ha sido objeto de una antológica, no sólo en Europa, sino tampoco en su país, Estados Unidos. Su trayectoria a contracorriente, su lenguaje complejo entre plástico, l...

Manuel Borja-Villel vuelve al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), que dirigió durante 10 años, como comisario, junto con Rosario Peiró, de una muestra-revelación: Nancy Spero. Disidanzas, que se presentará en otoño en Madrid y después en Sevilla. Aunque parezca increíble, se trata de la primera retrospectiva de esta pionera del arte feminista que, a pesar de estar representada en los principales museos, jamás ha sido objeto de una antológica, no sólo en Europa, sino tampoco en su país, Estados Unidos. Su trayectoria a contracorriente, su lenguaje complejo entre plástico, literario y corporal, su poética de la realidad, sus imágenes chocantes y su imaginería fisiológica y escatológica se resisten a encontrar su sitio en un marco artístico, dominado por el mercado.

La obra de Spero tiene lo que Borja-Villel, define como "un elemento de abyección", que llega hasta la fibra más sensible del espectador y, además, es tremendamente actual, como demuestran las dos piezas del mismo título Mypole: Take No Prisoners, que cierran el recorrido. Una, de 1966, es un dibujo en contra de la guerra en Vietnam y la otra, de 2007, contra la guerra de Irak, es su versión instalativa: una especie de árbol de la cucaña del que cuelgan cabezas de aluminio pintadas.Las 178 obras, que se exhiben hasta el 24 de septiembre, reflejan desde sus inicios en el Art Institute de Chicago, hasta sus últimas obras realizadas en Nueva York, donde residió casi toda su vida, excluyendo una estancia en París, entre 1959 y 1964. Fue allí donde Spero, que la edad y una enfermedad degenerativa han confinado en su loft neoyorquino, descubrió a Antonin Artaud, a quien homenajeó en el Codex Artaud (1972-76) con un conjunto de 38 rollos -de los que se exponen 24- de hojas pegadas entre sí, ilustradas con textos, collages y sus característicos rostros de lenguas fálicas, viperinas y afiladas.