Reportaje:EUROCOPA 2008 | Cuartos de final: España-Italia

Puyol, el italiano de 'la roja'

El central, un enamorado de la cultura futbolítica del 'calcio', defiende la bandera del trabajo en un equipo marcado por el toque

"Con once como él no perdería nunca un partido", dijo una tarde de agosto, en Suiza, Louis van Gaal justificando las razones por las que había decidido entregar el brazalete de capitán del Barcelona a Puyol, el central de La Pobla de Segur. Competitivo hasta el punto de que perder una pachanga en el entrenamiento le amarga el resto del día, el azulgrana es reconocido por su compañerismo en el vestuario y su garra en el campo. Heredó de su padre, ganadero en el Pirineo, la cultura del sacrificio y construyó su leyenda en base al esfuerzo. Puyol llegó a jugar en el Barça por empeño y le dio igua...

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"Con once como él no perdería nunca un partido", dijo una tarde de agosto, en Suiza, Louis van Gaal justificando las razones por las que había decidido entregar el brazalete de capitán del Barcelona a Puyol, el central de La Pobla de Segur. Competitivo hasta el punto de que perder una pachanga en el entrenamiento le amarga el resto del día, el azulgrana es reconocido por su compañerismo en el vestuario y su garra en el campo. Heredó de su padre, ganadero en el Pirineo, la cultura del sacrificio y construyó su leyenda en base al esfuerzo. Puyol llegó a jugar en el Barça por empeño y le dio igual ponerse bajó los palos que jugar de delantero. Y no paró hasta que Ramón Sostre, un vecino del pueblo que conocía a Alexanko, le consiguió una prueba en el club. Oriol Tort, el hombre que se inventó la cantera en el Barcelona, le fichó tras observar su juego durante tres tardes. "No es muy bueno, pero mejorará. No he visto nunca a nadie que ponga tanto empeño en conseguir su propósito", explicó Tort. Sostre es el actual representante de Puyol, un tipo fiel como pocos.

De niño soñaba con ser lo que es, una especie de Maldini del Barça
"Ellos serán muy criticados, pero ganan. Eso les hace grandes"
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En una selección marcada por el toque, Puyol defiende la bandera del trabajo. Así que viene a ser el más italiano de los jugadores españoles. No lo oculta. Admira profundamente el futbol azzurri, en gran parte por la fascinación que le causó el Milan de Arrigo Sacchi. "Normal, le ganaba siempre al Madrid", bromea. De niño, Puyol soñó con ser lo que es, una suerte de Maldini del Barça, y lo consiguió sencillamente porque nunca tiró la toalla. "Se cuida más que nadie. Es una obsesión", le señalan los fisioterapeutas del Barça. Será por eso que durante la semana busca horas donde no las tiene para someterse a sesiones de pilates y que en la selección se le ve casi tanto tiempo con sus compañeros como con Raúl Martínez, su fisioterapeuta de confianza.

A Puyol no le faltan detractores por ser incapaz de dar salida al balón y por sus desajustes tácticos, pero sus compañeros cierran filas y le disculpan una y mil veces. "En el campo, cuando miras atrás, te llenas de tranquilidad", explica Xavi. "Sus ganas son contagiosas", dice Silva. Excelente compañero, Puyol maneja los códigos fuera del campo, como le gusta a Luis, y dentro, porque estará más o menos acertado, pero su empeño le hace grande. "En Puyol puedes confiar", reconoce Capdevila. "Nunca te dejará tirado", insiste.

Puyol nada a contracorriente y nunca ha negado que, si llega la hora de abandonar el Barça, le encontrarán antes en el calcio que jugando en un club inglés por mucho que la Premier esté de moda. De hecho, no pasa una semana que no hable con Albertini, al que conoció en el vestuario del Barcelona y con quien mantiene una extraordinaria amistad. "He hablado con él. Hablo constantemente y, por supuesto, lo he hecho esta semana. Hemos bromeado y nos hemos deseado suerte", dice. Puyol guarda en casa una camiseta roja y negra del partido de homenaje a Albertini. Aquella noche dicen que Puyol se prometió a sí mismo que un día jugaría en el Milan y le aseguró a Galliani que, si un día se iba del Barça, ellos tendrían la prioridad.

Llegados a este punto, afronta Puyol el duelo contra Italia con el resquemor de la devoción. "Los campeones del mundo son ellos y sólo por eso se merecen todo mi respeto. A su lado, nosotros no somos favoritos. Favoritos son ellos, que siempre están. En España no hemos ganado nada", recuerda Puyol, consciente, o eso dice, de que las posibilidades de la selección pasan en gran parte por mantener la apuesta que les ha llevado a ganar los últimos siete partidos de manera consecutiva: "Tenemos que jugar como sabemos y respetar nuestro estilo, poniendo las ganas y la ilusión que estamos poniendo. Si podemos mantener nuestra manera de jugar, tenemos más posibilidades de ganar". Reconoce Puyol que si algo envidia de los italianos es su capacidad para creer en lo que hacen: "Serán muy criticados, pero ganan y eso es lo que les hace grandes. Les envidio su mentalidad ganadora. Siempre van al máximo".

Por eso se empeña en no personalizar y descarta que las ausencias de Pirlo y Gattuso sean una ventaja para España: "En Italia da igual quien juegue. Siempre juegan igual. No necesitan mucho para ganar. Ni siquiera jugar bien". No es una crítica, según Puyol, sino un elogio. Puyol, que reconoce en Luca Toni a la referencia en el ataque italiano -"es un delantero estupendo, muy fuerte y muy peligroso porque genera peligro directa e indirectamente"-, apunta que el partido se decidirá "por pequeños detalles". Precisamente por eso mira al cielo: "Espero que llueva. El campo estará más rápido y nos permitirá mover el balón a mayor velocidad".

Puyol, en el centro, durante una sesión preparatoria.ALEJANDRO RUESGA

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