Análisis:

Cosa de dos Drogas

Junto a gente a la que admiro y quiero, como Toni García, Enric González, Maruja Torres y Marcos Ordóñez, hacemos infatigable apostolado de una serie magistral titulada The wire. Sin éxito, por supuesto. Entre otras razones, porque en este país es imposible encontrarla en DVD en las tiendas. Ese mercado tan caro que te ofrece películas subtituladas en los idiomas más exóticos pero en los que no aparece el español, que te machaca con fatigosos tráileres sin que te los puedas saltar, que intenta concienciarnos con insalvable y grimosa publicidad a los que no sabemos o no queremos piratear...

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Junto a gente a la que admiro y quiero, como Toni García, Enric González, Maruja Torres y Marcos Ordóñez, hacemos infatigable apostolado de una serie magistral titulada The wire. Sin éxito, por supuesto. Entre otras razones, porque en este país es imposible encontrarla en DVD en las tiendas. Ese mercado tan caro que te ofrece películas subtituladas en los idiomas más exóticos pero en los que no aparece el español, que te machaca con fatigosos tráileres sin que te los puedas saltar, que intenta concienciarnos con insalvable y grimosa publicidad a los que no sabemos o no queremos piratear de que el robo de la propiedad intelectual es un robo, no ha tenido la ocurrencia de poner al alcance de la gente una obra de arte parida por la tele, por un medio que se alimenta mayoritariamente de bazofia.

TNT, una cadena de pago y lógicamente minoritaria, se ha propuesto remediar ese imperdonable desprecio. Hoy estrenan la tercera temporada del retrato más potente, complejo y veraz del narcotráfico, su permanente sociedad con los pilares de la economía, con la corrupción política, judicial y policial. También la admirable y siempre perdida batalla que le declara gente que no puede dejar de ser profesional ni legal, pepitos grillos en un sistema en el que todo está atado y bien atado. La había disfrutado hasta ahora en DVD adquiridos en Estados Unidos, subtitulado en castellano de Nuevo Continente. Y te apañas, aunque a veces esas expresiones te resulten surrealistas. Me asomo con enorme ilusión al estreno en televisión de la tercera temporada, pero deserto a los diez minutos. No soporto el doblaje. Con el mal cine me da igual, pero con el bueno me parece un pecado. Suena a falso, es otra película. Traducir el argot de los negros de Baltimore ambientándolo al cheli de aquí me suena grotesco. Es problema mío. Yo espero que los espectadores virginales se enganchen con The wire, incluso doblada. Es un lujo. El gran cine sobrevive gracias a HBO.

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