BALÓN ENVENENADO | EUROCOPA 2008 | La otra mirada

Las imaginaciones

Cuando estén leyendo esta columna, ya sabrán el resultado del partido. Conocerán con qué pie ha empezado España. Como todos los aficionados, me he pasado media vida imaginando en las mañanas de domingo los titulares de los periódicos del lunes. En mi infancia, los fines de semana solían acabar los domingos por la tarde, cuando salía del campo con la exaltación de la victoria o con el desastre de la derrota, que siempre me dejaba un sentimiento de guerra civil porque perder un partido es como matarse entre hermanos, indignarse con los tuyos, asaltar tus propias trincheras.

Al salir del c...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cuando estén leyendo esta columna, ya sabrán el resultado del partido. Conocerán con qué pie ha empezado España. Como todos los aficionados, me he pasado media vida imaginando en las mañanas de domingo los titulares de los periódicos del lunes. En mi infancia, los fines de semana solían acabar los domingos por la tarde, cuando salía del campo con la exaltación de la victoria o con el desastre de la derrota, que siempre me dejaba un sentimiento de guerra civil porque perder un partido es como matarse entre hermanos, indignarse con los tuyos, asaltar tus propias trincheras.

Al salir del campo, sabía ya el resultado que iba a dar el periódico, y eso significaba empezar a vivir el lunes, con sus pasillos de colegio y sus horarios de estudio. Los fines de semana están abiertos a la interpretación; la realidad es menos consistente y deja huecos para que se cuele la imaginación, para discutir con los demás si existía el fuera de juego o si la falta ocurrió dentro o fuera del área. Los lunes formaban parte de otra realidad tan voluble como la imaginación, pero más peligrosa porque dependía de la voluntad del árbitro, que llevaba sotana como el padre prefecto y empezaba, el domingo por la tarde, a escribir con su silbato los periódicos del lunes. Habría vendido el alma al diablo por saber los domingos por la mañana las noticias que los árbitros pitaban el domingo por la tarde y los periódicos recogían el lunes por la mañana.

Soy poeta porque el fútbol me enseñó a ajustar cuentas con la realidad a través de la imaginación

Así sigo. ¿Qué dirá la prensa del partido contra Rusia? ¿Cuál será el resultado, que ustedes ya saben el martes por la noche y yo desconozco este domingo en el que escribo? Los campeonatos de Europa y del mundo barajan los días de la semana y se sacan una tarde de domingo de la manga de un martes. Mañana miércoles será lunes y ustedes conocerán el resultado mientras leen el periódico. Entre el gol de Marcelino y el fallo de Cardeñosa ante Brasil hay una tabla de posibilidades que la imaginación minuciosa suele rumiar.

Soy poeta porque el fútbol me enseñó a ajustar cuentas con la realidad a través de la imaginación y las pequeñas trampas. Con una caja de cartón y una pelota, gané varios Mundiales en la terraza de la casa de mis padres con la camiseta de la selección. Bastaba con tirar mejor en nombre de España que de Brasil para salir ganando. La gente que desconoce las reglas del fútbol no puede disfrutar de una buena jugada y sólo ve a 22 tontos corriendo detrás de un balón. La gente que no conoce los fundamentos de la vida suele despreciar la poesía y sólo utiliza los campos de hierba para pastar como los animales. Nadie les colará nunca un gol. Contra los árbitros y las precariedades, me dedico a imaginar los periódicos del día siguiente. Soy tan iluso que imagino leer una crónica en la que España le mete cuatro goles a Rusia con tres tantos de Pancho Villa en los minutos 20, 45 y 75 y otro de Cesc en el 91.

Archivado En