Reportaje:Final de la Liga de Campeones

Grant, 'el político'

El técnico israelí, discutido por jugadores e hinchas del Chelsea, supo ganarse a Abramóvich

Si se abren las páginas de un periódico israelí, se comprobará que el resto del mundo apenas existe. No se envían corresponsales, excepto a Washington y tal vez a París, y las noticias que se ofrecen del extranjero abordan, en porcentajes asombrosos, las persecuciones antisemitas o los éxitos de científicos, novelistas y modelos judíos en el planeta. Avram Grant, el entrenador del Chelsea, vive ahora su momento de gloria. En un país que adora el fútbol, la final de la Champions proporciona a los israelíes la posibilidad de encumbrar a un compatriota. A poco que destaquen -Yossi Benayun,...

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Si se abren las páginas de un periódico israelí, se comprobará que el resto del mundo apenas existe. No se envían corresponsales, excepto a Washington y tal vez a París, y las noticias que se ofrecen del extranjero abordan, en porcentajes asombrosos, las persecuciones antisemitas o los éxitos de científicos, novelistas y modelos judíos en el planeta. Avram Grant, el entrenador del Chelsea, vive ahora su momento de gloria. En un país que adora el fútbol, la final de la Champions proporciona a los israelíes la posibilidad de encumbrar a un compatriota. A poco que destaquen -Yossi Benayun, delantero del Liverpool, es la estrella indiscutible-, los deportistas hebreos son elevados a los altares. Pero, curiosamente, no está nada claro que Grant, de 53 años, vaya a convertirse en héroe. "La gente está dividida al 50%. Además de que a muchos no les gusta por su manipulación de la prensa, Grant tiene mala reputación como técnico en Israel. Sus equipos se defienden, se defienden y se defienden. La mitad de los aficionados desean que fracase", explica Avi Meler, uno de los protagonistas del programa futbolístico que causa furor.

En el vestuario cuelga imágenes de Gandhi, Churchill, Luther King y Jordan como ejemplos
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La cosecha de los deportistas de élite en Israel -Maccabi de Tel Aviv y baloncesto al margen- es ridícula. Sólo una medalla olímpica, en windsurf, en toda su historia. Es complicado que los jóvenes puedan progresar. El servicio militar -tres años para los hombres, dos para las mujeres- cercena la progresión de quienes pretenden hacer carrera. Pocos lo logran. Grant lo ha conseguido desde el banquillo. Pero también desde los despachos.

Sustituir a José Mourinho ya fue un trago amargo. The Special One, rezaba la pancarta alusiva al portugués que tuvo que observar Grant en Stamford Bridge el día en que debutó con el Chelsea. Tuvo que soportar estoicamente algunos ataques antisemitas: acusaciones de haber apuñalado a su jefe, Mourinho, por la espalda y las dudas que sembraron varios futbolistas sobre su capacidad para dirigir un cuadro como el londinense. Ahora intenta motivarles colgando imágenes de Gandhi, Winston Churchill, Martin Luther King y Michael Jordan en el vestuario porque son "luchadores que no se han rendido jamás".

Grant atesora aguante y paciencia. La pregunta brotó de inmediato: ¿Cómo ha alcanzado uno de los cargos más apetecidos un entrenador que hizo carrera en la modestísima Liga israelí y en una selección nacional que pasa sin pena ni gloria?

"Es muy amigo de Roman Abramóvich. Le conoció hace sólo 18 meses, pero a Abramovich le impresionó mucho Grant con sus ideas y sus técnicas", comenta el periodista Meler sobre el binomio judío. Que algunos pesos pesados de la plantilla hayan criticado sus vetustos métodos de entrenamiento no cuenta ahora. "Solían verse casi a diario. Al magnate no le importó que careciera de pedigrí. Grant le convenció y Abramóvich le dio una oportunidad", añade el comentarista. "Tiene carisma y sabe cómo ganarse a la gente. En Israel le llaman el político", apostilla

Es Grant un hombre de hechos consumados, rasgo muy israelí. "Hace cuatro años, siendo seleccionador, viajó por cuenta propia a la Copa de África, en Túnez. No informó a la federación israelí y se las ingenió para conseguir el visado merced a las gestiones del corresponsal en París del diario israelí Yediot Ahoronot. El periódico ofreció la exclusiva de la personalidad israelí en territorio enemigo árabe y los demás medios le dieron la espalda", explica Meler.

Que nadie espere declaraciones polémicas de Grant. No rebusquen anécdotas en la vida del entrenador del Chelsea. La labor profesional de Grant transcurrió sin notorios sobresaltos en Israel. Entrenador desde los 18 años, cuando se hizo cargo del equipo juvenil de su ciudad natal, Petah Tikva, Grant dirigió más tarde al Maccabi de Tel Aviv, al Hapoel Haifa y al Maccabi Haifa. En 2002 asumió el puesto de seleccionador y a punto estuvo de dar la campanada de eliminar a Francia del Mundial de Alemania 2006. Consideró entonces que su etapa en Israel había acabado. Y se buscó la vida como director técnico del Portsmouth británico y en los almuerzos con Abramovich.

Adusto en el gesto, con un toque atormentado en el semblante, Grant celebró la clasificación para la final de la Champions de un modo muy particular. Participó el 1 de mayo, junto a su esposa -Tzofit, una estruendosa figura de la televisión- y su hijo en La Marcha de la Vida, un peregrinaje en el que se embarcan cada año miles de israelíes para visitar en Polonia el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Gran parte de su familia paterna fue masacrada por el régimen nazi.

El día de su mayor éxito, la victoria sobre el Liverpool, tuvo un punto sombrío. El partido no pudo verse en los canales israelíes. El 30 de abril se conmemoraba el Yom HaShoah, el Día del Recuerdo del Holocausto, y las emisoras hebreas cortan su emisión 24 horas. Los espectadores recurrieron a canales turcos o alemanes.

Con todo, Grant tiene el privilegio de ser un tipo con suerte. Se habla en Israel de su "flor en el culo". Sabe aproximarse a las personas adecuadas y elegir el momento. Con sólo cuatro Ligas israelíes y pocas palabras, el técnico ha superado el listón de Mourinho y colocado al Chelsea en la gran final que ansiaba Abramóvich.

Avram Grant da instrucciones a su equipo durante un partido.EFE
Roman Abramóvich (en el centro), entre seguidores del Chelsea.EFE

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