Reportaje:

Un coto semicerrado

CSKA, Maccabi y Panathinaikos se reparten cinco de los seis últimos títulos

Hacerse un hueco en la élite del baloncesto europeo es una tarea ciclópea. Los filtros del Top 16 y el playoff de cuartos de final apenas dejan resquicio para la sorpresa. La competencia cada vez es mayor. Este año quedó atrapado en el último corte nada menos que el campeón vigente, el potentísimo Panathinaikos de Obradovic, y en el penúltimo escalón tropezó de mala manera el Real Madrid, con la particularidad, además, de que podía optar al título en casa. Lo dicho, no es fácil. Y precisamente el Madrid es un buen ejemplo de ello. Desde 1996 no logra billete para el último baile. Y, muc...

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Hacerse un hueco en la élite del baloncesto europeo es una tarea ciclópea. Los filtros del Top 16 y el playoff de cuartos de final apenas dejan resquicio para la sorpresa. La competencia cada vez es mayor. Este año quedó atrapado en el último corte nada menos que el campeón vigente, el potentísimo Panathinaikos de Obradovic, y en el penúltimo escalón tropezó de mala manera el Real Madrid, con la particularidad, además, de que podía optar al título en casa. Lo dicho, no es fácil. Y precisamente el Madrid es un buen ejemplo de ello. Desde 1996 no logra billete para el último baile. Y, mucha atención, porque algunos de los grandes equipos europeos pueden tener problemas incluso para disputarse la próxima edición de la Euroliga, caso del Barcelona, que habida cuenta de que el Madrid, el Unicaja, el Tau y el DKV Joventut ya tienen una plaza segura, puede quedarse fuera del cupo español. Todo apunta a que tendrá que ganar la ACB para estar el año próximo en la Euroliga.

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La cuestión es que la calidad de los equipos que se plantan en la Final Four están fuera de toda discusión. Tres clubes, por presupuesto y plantilla, conforman la punta de lanza y, desde 2000, se reparten el título: Panathinaikos, CSKA de Moscú y Maccabi. Sólo el potentísimo Barça de Pesic, Bodiroga, Jasikevicius, Fucka y Navarro logró romper la hegemonía del triunvirato en 2003.

El Tau maniobra en la antesala del título. Acceder por cuarto año consecutivo a la Final Four tiene un mérito extraordinario. Demuestra la solidez de su proyecto, por encima incluso de nombres, sea de técnicos (Ivanovic, Perasovic, Maljkovic) o jugadores (Scola, Macijauskas, Calderón, David). Para empezar, le aguarda un CSKA que tratará de exprimir las últimas gotas al magno proyecto que emprendió hace seis años cuando contrató a Dusan Ivkovic como entrenador y que renovó en 2005 cuando lo reemplazó Ettore Messina. Papaloukas, Smodis, Siskaukas, Holden, Langdon, Andersen... El CSKA posee un arsenal que asusta. Pero el Tau, impecable en la Euroliga y discreto en la ACB, ya demostró en 2005 y en Moscú de lo que es capaz. Entonces arruinó la ilusión del CSKA. Ahora, se trata de repetir la gesta en Madrid.

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