Crítica:POP

Epidemia de nostalgia

Sufrimos la enfermedad de la nostalgia. Sólo hay que echar un vistazo: Tequila, con alguna alopecia, se reúnen. Backstreet Boys, con uno de ellos a la fuga, actúan el miércoles en Madrid. La Década Prodigiosa (ejem) publican nuevo disco. New Kids on the Block anuncian gira después de 18 años, y un periódico titula "Horror, ¡vuelven!". Take that comparecen en un festival en play-back (sólo las voces en directo)... Todos los citados sentencian, a coro: "No es por nostalgia, tenemos cosas nuevas que aportar". Y a uno se le arquean las cejas. Anoche se vivió otro nuevo suceso que confirma e...

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Sufrimos la enfermedad de la nostalgia. Sólo hay que echar un vistazo: Tequila, con alguna alopecia, se reúnen. Backstreet Boys, con uno de ellos a la fuga, actúan el miércoles en Madrid. La Década Prodigiosa (ejem) publican nuevo disco. New Kids on the Block anuncian gira después de 18 años, y un periódico titula "Horror, ¡vuelven!". Take that comparecen en un festival en play-back (sólo las voces en directo)... Todos los citados sentencian, a coro: "No es por nostalgia, tenemos cosas nuevas que aportar". Y a uno se le arquean las cejas. Anoche se vivió otro nuevo suceso que confirma el diagnóstico: epidemia. Sí, ahí estaban Hombres G, cuarentones bien conservados (el pelo encima del cerebro, aunque vistan algunas canas, las barrigas sin grandes alteraciones), abasteciendo a unos enfermos ávidos de nostalgia de su medicina: Devuélveme a mi chica, Venezia, Voy a pasármelo bien, Marta tiene un marcapasos y otras canciones compuestas hace 20 años, en plena explosión hormonal.

Hombres G

David Summers (voz y bajo), Rafa Gutiérrez y Dani Mezquita (guitarras) y Javi Molina (batería). Palacio de los Deportes. De 24 a 28 euros. Madrid. Viernes 18 de abril. Dos tercios del aforo (unas 10.000 personas).

Es verdad que el cuarteto madrileño tiene canciones actuales, agrupadas en un disco editado hace pocos meses, 10, un trabajo digno, a veces sorprendente (hay piezas de vigor guitarrero, algo que no abunda en los G del principio). Pero anoche, en el Palacio de los Deportes, no había ni un valiente que se jugase una cerveza a que alguien había abonado los 24 euros de la entrada para escuchar las composiciones nuevas. Dame lo de antes, que me iré tan feliz. Y así ocurrió... a medias.

Todo comenzó con buena pinta. Una pantalla detrás de los músicos mostró un vídeo con la sugerente música de Los soprano. Pero el mafioso Tony y sus matones no aparecieron. Un cambio de papeles: eran David (42 años y mellizos), Javi (42, y una hija), Rafa (47, sin retoño) y Dani (41, y dos hijos). Hombres G. En el público, mayoría femenina, ninguna ministra que se sepa, y mucho ambiente de mechas y fragancias intensas, las más, treintañeras y cuarentonas. Y, de repente, ocurrió. El grupo arrancó con sus temas nuevos (muy lícito) y el pabellón tendió a aplatanarse. Lógico: no había ido allí para escuchar cosas posteriores a 1990. La cosa cambió con una de las de antes, Si no te tengo a ti. Entonces, las chicas se reunían en tríos o cuartetos, movían sus cabecitas, cantaban, y parecían las coristas de Julio Iglesias. Muy bonito. Tras el clásico, de vuelta a las composiciones de hoy, y la gente que se dispone a visitar el bar.

Musicalmente los G han mejorado: suenan consistentes y, a veces (sí) feroces. Estéticamente no han cambiado gran cosa desde aquellos días felices. No hay pretensiones de montar un gran espectáculo con comefuegos y demás números circenses. Tampoco ha progresado David Summers como conferenciante. Sus diálogos con la audiencia son escasos y desesperadamente básicos. Poco más que "buenas noches, Madrid", "¿cómo estáis chicos?" o "vamos a pasarlo de puta madre". Hombre, con tantos años (25 ya) pisando tarimas, uno espera un poquito de ingenio y sentido del humor, que siempre viene bien para que la mandíbula haga gimnasia (el cuerpo se da por hecho que ya la hace).

El panorama cambió en el tramo final del concierto, cuando el cuarteto tiró de clásicos. "Ahora, ahora que empiecen los Hombres G de verdad", gritó una chica. Entonces, además de las arriba citadas sonaron El ataque de las chicas cocodrilo y Visite nuestro bar. A esa altura del partido, las coristas de Julio Iglesias se habían desatado y habían mutado en chicas ye-ye. Emocionante.

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