Reportaje:MÚSICA

La última diva de la canción italiana

Patty Pravo celebra sus 60 años con un disco homenaje a Dalida y una autobiografía

En 1984 el fantasma de Patty Pravo descendía por el escenario del Teatro Ariston de San Remo transformada por el diseñador Gianni Versace en una especie de geisha new look para asombro de los millones de espectadores que seguían por la Rai la retransmisión del festival de música. Retirada Mina a sus cuarteles de invierno de Lugano y la Vanoni en plan revival con Gino Paoli como partner, la Ragazza del Piper, denominación de origen de sus años beat, atravesaba sola la pasarela del tiempo como cantante popular e icono transgresivo. Un doble rol o sofisticado ...

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En 1984 el fantasma de Patty Pravo descendía por el escenario del Teatro Ariston de San Remo transformada por el diseñador Gianni Versace en una especie de geisha new look para asombro de los millones de espectadores que seguían por la Rai la retransmisión del festival de música. Retirada Mina a sus cuarteles de invierno de Lugano y la Vanoni en plan revival con Gino Paoli como partner, la Ragazza del Piper, denominación de origen de sus años beat, atravesaba sola la pasarela del tiempo como cantante popular e icono transgresivo. Un doble rol o sofisticado mix interpretado a lo largo de cuarenta años de carrera artística que ha hecho de la cantante veneciana ídolo televisivo para el público tradicional y mito heterodoxo para la sociedad gay (y culta).

Ahora, en un juego de espejos, Patty Pravo se mira y tributa homenaje a otro mito del club gay internacional, la cantante Dalida, desaparecida en combate en 1987 después de suministrarse una ración de somníferos en su domicilio parisiense y como testamento unas escuetas palabras: "Perdónenme, la vida me resulta insoportable".

Patty Pravo ha escogido para la ocasión y el tributo, de título largo y pomposo, Spero che ti piaccia... Pour toi -editado por Kyrone GP Music-, algunas de las perlas más selectas del juke-box de la cantante italo-franco-egipcia como el Bambino, versión francesa del Guaglione del napolitano Renato Carosone, o Il venait d'avoir 18 ans, pieza de exhibición morbosa donde la cantante desaparecida se vestía con las galas seductoras de aquella madura señora Robinson de la película El Graduado.

Con su característico vibrato, este timbre extraño y con eco que sedujera a Paolo Conte y a Lucio Battisti, que le ofrecieron algunas de sus composiciones de éxito, Patty Pravo transita por el repertorio de Dalida recalando en las orillas exóticas (Salma ya Salama) y repitiendo en el Léo Ferré, que tanto la una como la otra recogerían como pieza de resistencia y salvavidas melódico en sus años de madurez. Avec le temps, la canción bandera de Ferré, ahora en traducción italiana, Col tempo, vertebra el disco y resume la crónica existencial de la cantante veneciana.

Después de cuarenta años de carrera musical, que explotaría internacionalmente al ritmo de La Bambola -declaración de intenciones prefeministas-, Nicoletta Strambelli, su verdadero nombre, ha conseguido reinventarse a pesar de los pesares y de una trayectoria vertiginosa a modo de montaña rusa. En el camino, sonados escándalos como cuando apareció en top less en una emisión televisiva o su canción Miss Italia, declaración de guerra contra el Partido Democrático italiano que la RCA se niega a publicar.

En Quale Signora, no se recató de publicitar el uso de la píldora anticonceptiva en la Italia vaticanista y, en 1992, fue a dar con sus huesos en la cárcel a causa de las drogas.

Algunos de estos episodios han sido recogidos en su autobiografía Bla, bla, bla..., publicada por Mondadori en Italia, realizada a cuatro manos con el periodista Maurizio Cotto. Unas memorias sui géneris donde se cuenta su infancia como niña bien de la burguesía veneciana, sus encuentros con personajes como Ezra Pound -la cantante relata cómo el poeta le obsequiaba con un helado cuando era niña en sus paseos por Venecia-

Jimi Hendrix -el músico le confesó en el asiento posterior de un Cinquecento que le aburría tener que acabar siempre tocando la guitarra con los dientes- y Peggy Guggenheim, sus años del Swinging London y la Roma del Club Piper de los mutantes sesenta, sus memorables apariciones en San Remo vestida por Roberto Cavalli o su azarosa vida sentimental.

Unas memorias que, por supuesto, no van a defraudar a sus fans, que durante todos estos años, en épocas de sequía o abundancia, no han dejado de venerar su figura totémica en el santoral HitParade.

El público que celebra a la cantante de eterna belleza -la otra diva, Mina, hace tiempo que perdió su batalla en la báscula- y de textos convencionales donde la Pravo asume su papel de mujer perdedora o sometida pero triunfante y agresiva en sus apariciones televisivas. O ese otro público que comparte en clave su lado más transgresor y perverso con canciones como Pazza idea o Pensiero estupendo en medio de ensoñaciones, ménage à trois y relaciones sexuales poco comunes.

Ahora, celebrando sus 60 años, Patty Pravo, fiel a sí misma, se prepara para su próxima reencarnación y de seguro dará mucho que Bla, bla, bla... -

La cantante Patty Pravo, en una imagen de promoción.

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