Reportaje:

Música revolucionaria para Renau

Un concierto evoca al muralista republicano y fundador de la Orquesta Nacional

La marcha de la juventud hacia el futuro (1974).CONCEJALíA DE LAS ARTES-AYUNTAMIENTO DE MADRID

Madrid rindió ayer homenaje a Josep Renau (1907-1982), el artista valenciano universal que llevó el muralismo, el cartel y el collage a la cúspide de su expresividad, siempre desde el compromiso con el igualitarismo internacionalista, el comunismo, y sin perder nunca la raigambre profundamente española de su sensibilidad. El homenaje fue un concierto recital poético en el que se recrearon desde fragmentos de las sinfonías más restallantes de Dmitri Shostákovich, el músico de la revolución soviética a la que Renau siempre profesó lealtad sincera, hasta los poemas de Juan Gil Albert u Ovi...

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Madrid rindió ayer homenaje a Josep Renau (1907-1982), el artista valenciano universal que llevó el muralismo, el cartel y el collage a la cúspide de su expresividad, siempre desde el compromiso con el igualitarismo internacionalista, el comunismo, y sin perder nunca la raigambre profundamente española de su sensibilidad. El homenaje fue un concierto recital poético en el que se recrearon desde fragmentos de las sinfonías más restallantes de Dmitri Shostákovich, el músico de la revolución soviética a la que Renau siempre profesó lealtad sincera, hasta los poemas de Juan Gil Albert u Ovidi Montllor, o canciones dedicadas al V Regimiento y a la batalla del Jarama. La Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, en el teatro municipal del Centro Cultural Conde Duque, evocó así la figura de quien creara, desde la dirección general de Bellas Artes que desempeñó con brío en plena Guerra Civil, los cimientos para establecer la entrega de la cultura al pueblo español. Hasta entonces, arte y cultura españolas habían permanecido inercialmente en manos de las élites de la sangre y del dinero, cruel rutina que Renau y algunos -pocos- otros contribuyeron a quebrar.

Josep Renau tuvo en su haber la creación de la Orquesta de España, entre sus numerosas contribuciones a la democratización de los contenidos artísticos. Fue él quien nombró a Pablo Picasso para dirigir el Museo del Prado, cuyos tesoros el artista valenciano salvó de su destrucción por las bombas de la aviación nazi, al enviarlos a Valencia en medio de un Madrid asediado.

Ayer, cada nota que surgía de las gargantas del impecable coro de Rivas-Vaciamadrid o del magistral saxo de Joaquín Franco y del piano de Jesús Gómez, se vio acompañada por la memoria de un tiempo atroz en que, pese a todo, imperó el heroísmo y la abnegación del pueblo de Madrid, defendido por un ejército de albañiles frente a un ejército profesional, que sitió la ciudad a lo largo de tres durísimos años.

Con las notas, los recuerdos se llenaban de la plasticidad con la que Josep Renau, artista batallador, impregnó sus obras de su personalidad impar, la misma que le convirtió en uno de los precursores del pop art, con una extraordinaria desenvoltura para mixturar sabia y eficazmente dibujo, pintura y fotografía. Y todo ello en una serie de creaciones que demuestran en vivo la ley dialéctica -aplicada por el artista- que cree firmemente en el arte como expresión del progreso de los pueblos, y en la democratización de la cultura como antídoto contra la injusticia.

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