Cartas al director

Vocaciones científicas

El pasado 18 de marzo, un artículo publicado en la sección de Sociedad de su periódico informaba sobre el descenso de solicitudes del programa estrella del MEC para la atracción de "cerebros" al sistema científico y tecnológico español. Me refiero al programa Ramón y Cajal. Desde su redacción, y con el respaldo de la opinión de Javier López Facal, se daba a entender que tal descenso era debido a la falta de la vocación científica en nuestro país.

Resulta, sin embargo, complicado entender un descenso de las vocaciones cuando en nuestro país se doctoran unas 8.000 personas cada año. ¿Qué ...

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El pasado 18 de marzo, un artículo publicado en la sección de Sociedad de su periódico informaba sobre el descenso de solicitudes del programa estrella del MEC para la atracción de "cerebros" al sistema científico y tecnológico español. Me refiero al programa Ramón y Cajal. Desde su redacción, y con el respaldo de la opinión de Javier López Facal, se daba a entender que tal descenso era debido a la falta de la vocación científica en nuestro país.

Resulta, sin embargo, complicado entender un descenso de las vocaciones cuando en nuestro país se doctoran unas 8.000 personas cada año. ¿Qué hacen todos esos doctores? Muchos de ellos continúan su camino en el mundo de la investigación fuera de este país. A ellos es a los que principalmente va dirigido el programa Ramón y Cajal, y si ellos no regresan no es por falta de vocación. Se trata de un problema muy simple: dinero.

Hasta que en este país no se invierta en los recursos humanos del ámbito científico no conseguiremos atraer a los "cerebros" que parece siempre se añoran por parte de nuestros políticos. Yo regresé de Estados Unidos con un contrato Juan de la Cierva hace un año. Sin embargo, en un par de meses observaré desde Portugal cómo avanza la ciencia en mi país. Por cierto, Portugal me "atrajo" con un programa similar al Ramón y Cajal, con contratación a cinco años, pero con la pequeña diferencia de que pagaban 10.000 euros anuales más y me ofrecían 25.000 euros para iniciar mi labor investigadora (y como mi contrato, ofrecieron mil, cuatro veces más que lo ofrecido por el MEC). Si algún día España reconsidera su política científica, quizás las vocaciones de los investigadores españoles (incluida la mía) vuelvan a florecer.

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