Análisis:Signos | LA NUESTRA

Paco León

Martes noche. Espero a que empiece Ratones coloraos porque anuncian que estará Paco León, un actor extraordinario al que ya he oído alguna otra entrevista que me interesó mucho. Para llegar al personaje de Luisma que hace ahora en Aída, León ha recorrido un camino larguísimo de preparación muy seria como actor y lleno de trabajos que estaban muy por debajo de sus posibilidades. Lo recuerdo hace años haciendo las cortinillas de autopromoción de Canal Sur, y luego en una serie (también en Canal Sur) de pretensiones y presupuesto bajos que se desarrollaba en un hotel y en la que tam...

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Martes noche. Espero a que empiece Ratones coloraos porque anuncian que estará Paco León, un actor extraordinario al que ya he oído alguna otra entrevista que me interesó mucho. Para llegar al personaje de Luisma que hace ahora en Aída, León ha recorrido un camino larguísimo de preparación muy seria como actor y lleno de trabajos que estaban muy por debajo de sus posibilidades. Lo recuerdo hace años haciendo las cortinillas de autopromoción de Canal Sur, y luego en una serie (también en Canal Sur) de pretensiones y presupuesto bajos que se desarrollaba en un hotel y en la que también estaba otro buen actor, Juan Manuel Lara. En esa serie, Paco León hacía el papel de un botones atolondrado que inmediatamente recordaba al botones de tebeo creado por Ibáñez, el inolvidable Sacarino, más que por el guión por el trabajo no sólo físico de este actor al que tan bien le sale eso tan dificilísimo de parecer y moverse como un garabato.

Pero en el programa de Jesús Quintero, Paco León resultó incoloro e insípido. En la primera mitad de la entrevista, las preguntas eran como esa que casi nunca se hace de cuál es tu lado femenino o la otra de qué es Andalucía para ti. No había manera de salir del terreno trillado. Luego, Quintero optó por hacerle la segunda mitad de la entrevista a la genial y desternillante versión de Raquel Revuelta que el actor hacía en Antena 3, pero esta vez sin un maquillaje tan especial y radical como el que lucía en el programa de Corbacho. Y por eso nada resultó creíble. Las reglas de la representación son sagradas, y cuando un actor consigue crear un personaje tan plenamente logrado como en el caso de Paco León con el de Raquel Revuelta, la creación se hace autónoma y ni el actor puede tocarla. La Raquel Revuelta del martes por la noche no era ni mejor ni peor que la versión original que ya conocíamos; sencillamente, no era nada, no tenía el menor sentido. Creo que fue un error considerable ese planteamiento. En general, el programa de Quintero empieza a dar síntomas de agotamiento o, al menos, de cierta desgana. Todo cansa, ¿no?

Paco León, por fortuna, sigue vivo como Luisma, y luego hará más cosas. Tengo una admiración profunda por los actores, por ese trabajo tan difícil -y por eso mismo tan pocas veces perfecto- de albergar dentro de ellos y poner ante nuestros ojos tantos matices de la condición humana. Como dijo Paco León el martes, la Revuelta no es la única mujer que tiene dentro: ¡tiene muchísimas más! Estaba explicando que él es un actor: "se me pegan muy bien las máscaras", dijo. Y lleva toda la razón.

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