El tango de la enfermera y el cirujano
De espaldas, Begoña Goñi, enfermera y bailarina aficionada. El que la agarra es Manuel Gámez, cirujano, enamorado del tango y amigo de Begoña. Ambos bailaban ayer junto a la Torre Picasso. Van a menudo, siempre que les deja un hueco el trabajo en el hospital La Paz, donde también ensayan entre horas. Basta un móvil y dos auriculares. "Es muy agradable, te ayuda a desconectar", dice ella. Abandonaron las clases porque perdían más tiempo en llegar a la academia que en bailar, y se trasladaron a plazas al aire libre y a estaciones de metro. A veces les echan. "La policía dice que molestamos", aña...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
De espaldas, Begoña Goñi, enfermera y bailarina aficionada. El que la agarra es Manuel Gámez, cirujano, enamorado del tango y amigo de Begoña. Ambos bailaban ayer junto a la Torre Picasso. Van a menudo, siempre que les deja un hueco el trabajo en el hospital La Paz, donde también ensayan entre horas. Basta un móvil y dos auriculares. "Es muy agradable, te ayuda a desconectar", dice ella. Abandonaron las clases porque perdían más tiempo en llegar a la academia que en bailar, y se trasladaron a plazas al aire libre y a estaciones de metro. A veces les echan. "La policía dice que molestamos", añade. No se han planteado pasar la gorra.