Reportaje:

Imágenes para Joseph Conrad

Charris exhibe en Barcelona sus ilustraciones para 'El corazón de las tinieblas'

"Es un clásico, épico y lírico a la vez, de aquellos libros que te leen a ti". El escritor Albert Sánchez Piñol glosó así El corazón de las tinieblas, el más célebre relato corto de Joseph Conrad, en la presentación de las ilustraciones originales, realizadas por el pintor Ángel Mateo Charris (Cartagena, 1962), que se exhiben en la sede de la Fundación Círculo de Lectores de Barcelona (Consell de Cent, 323), hasta el 8 de marzo. Las ilustraciones acompañan la reedición, con traducción del Premio Cervantes Sergio Pitol, que Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores acaba de lanzar para conme...

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"Es un clásico, épico y lírico a la vez, de aquellos libros que te leen a ti". El escritor Albert Sánchez Piñol glosó así El corazón de las tinieblas, el más célebre relato corto de Joseph Conrad, en la presentación de las ilustraciones originales, realizadas por el pintor Ángel Mateo Charris (Cartagena, 1962), que se exhiben en la sede de la Fundación Círculo de Lectores de Barcelona (Consell de Cent, 323), hasta el 8 de marzo. Las ilustraciones acompañan la reedición, con traducción del Premio Cervantes Sergio Pitol, que Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores acaba de lanzar para conmemorar los 150 años del nacimiento de Conrad y los 45 de Círculo de Lectores.

Escrito en 1899 y publicado en 1902, El corazón de las tinieblas es una narración autobiográfica inspirada en el viaje del autor por el Congo colonizado y devastado por el rey Leopoldo II de Bélgica. La exhibición incluye 28 ilustraciones, en su gran mayoría óleos sobre papel y alguna plumilla, más una pequeña instalación que reproduce el desplegable central del libro con el simple pero eficaz recurso de obligar al visitante a ver la obra, que representa un grupo de nativos ataviados con trajes rituales, a través de dos agujeros en un plafón, así como Marlow, el narrador, los mira desde el barco a través de sus prismáticos.

Las atrocidades del colonialismo europeo, que se resumen en dos palabras: "el horror, el horror", las últimas que Kurtz, el protagonista, pronuncia antes de morir, resultan suavizadas por el enfoque de Charris, más descriptivo que impresionista o conceptual. Incluso las piezas, en las que la dicotomía entre los dos mundos -el europeo y el africano- es más marcada, mantienen una cierta lejanía emotiva del viaje al infierno que realiza el narrador.

Charris, quien tardó unos tres meses en llevar a cabo el encargo de la editorial, intentó traducir plásticamente "la cáscara y el núcleo de la novela. La ilustración es un lenguaje paralelo que debe animar la lectura y no interrumpirla", señala el pintor.

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