Cartas al director

Oposiciones y opacidad

La eterna polémica sobre el mantenimiento de este tradicional sistema selectivo en la Administración volvió a la palestra con las declaraciones del ministro de Justicia. Puesto que su eliminación sería un agravio respecto a aquellos que han accedido al empleo público habiendo superado una oposición; igual la solución era mantenerlas, pero modificando su funcionamiento. Es la opacidad su gran lacra. La ausencia de mecanismos de transparencia y de exigencia de responsabilidad de los tribunales de oposición hace que la distancia entre el derecho y el hecho sea aún muy larga.

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La eterna polémica sobre el mantenimiento de este tradicional sistema selectivo en la Administración volvió a la palestra con las declaraciones del ministro de Justicia. Puesto que su eliminación sería un agravio respecto a aquellos que han accedido al empleo público habiendo superado una oposición; igual la solución era mantenerlas, pero modificando su funcionamiento. Es la opacidad su gran lacra. La ausencia de mecanismos de transparencia y de exigencia de responsabilidad de los tribunales de oposición hace que la distancia entre el derecho y el hecho sea aún muy larga.

No puede llamarse objetividad e interdicción de la arbitrariedad a una decisión tomada a puerta cerrada, sin voto particular y sin motivar. Tampoco es suficiente para presumir transparencia el hecho de publicar las notas de aquella manera decididas tras un vidrio diáfano. El problema es que por decisiones caprichosas puede jugarse con años de esfuerzo y dedicación de opositores. Con el actual sistema, el ámbito de la discrecionalidad es tal que el no ser arbitrario queda en la ética de unos miembros del tribunal que no han de responder ante nadie de decisiones que afectan a la vida de las personas y a la sociedad que merece unas administraciones que cuenten con el personal más válido.

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