Crónica:LA CALLE | Rutas

La atalaya del Montseny

El Turó de l'Home, con sus 1.712 metros de altitud, la cima más alta del Montseny, es una atalaya privilegiada, un balcón único para deleitarse de un sinfín de paisajes a vista de pájaro. Junto a su cumbre vecina, Les Agudes, con nueve metros menos de altura, eran los antiguos faros de referencia para los barcos de los marinos romanos. En la actualidad, estas montañas se han convertido en el parque natural preferido por los catalanes, gracias a su cercanía con Barcelona, y uno de los tesoros ecológicos de Europa, declarado reserva de la biosfera por la Unesco, en 1978.

La cumbre del Tur...

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El Turó de l'Home, con sus 1.712 metros de altitud, la cima más alta del Montseny, es una atalaya privilegiada, un balcón único para deleitarse de un sinfín de paisajes a vista de pájaro. Junto a su cumbre vecina, Les Agudes, con nueve metros menos de altura, eran los antiguos faros de referencia para los barcos de los marinos romanos. En la actualidad, estas montañas se han convertido en el parque natural preferido por los catalanes, gracias a su cercanía con Barcelona, y uno de los tesoros ecológicos de Europa, declarado reserva de la biosfera por la Unesco, en 1978.

La cumbre del Turó de l'Home tiene una silueta peculiar: según un dicho popular, es la de de un hombre tumbado, el hombre muerto. Los evocadores paisajes de la montaña aparecen como escenarios de aquelarres en las leyendas sobre brujas o de algunas historias de bandoleros, como el del llamado Serrallonga, quien nació en la masía familiar de Viladrau en 1594, conocida como La Sala, y que fue protagonista de algunas fechorías de la época.

Para sentir en la piel el placer de la montaña y de su naturaleza hay que aventurarse por los senderos, descubrir caminando entre sus rincones lugares tan sugestivos como el hayedo más septentrional del continente o conocer las especies endémicas de la zona, como el tritón del Montseny.

Una de las mejores rutas para saborear los insólitos bosques es la que parte de la Font de Passavets, junto a Santa Fe, hasta la cima del Turó de l'Home. En esta fuente nos ofrece agua fresca para coger fuerzas justo cuando comienza el fuerte desnivel de la ascensión. Es un recorrido sencillo que atraviesa el bosque de abetos, cuyos árboles, con porte cónico pueden llegar a alcanzar los 50 metros de altura. Un buen balcón sobre este frondoso bosque se puede encontrar inmediatamente en un collado de roca de pizarra negra antes de coronar la cima. Allá arriba, se abre el mundo a los pies del caminante, una vista que, en un día limpio y claro, puede otear en el horizonte las siluetas de Collserola o la cima pirenaica del Puigmal o, incluso Mallorca.

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