Crónica:Undécima jornada de Liga

Morientes resucita al Valencia

Mejorado por Vicente y Fernandes, el equipo valenciano vence en Mallorca para salir de la crisis

Dos tiros entre los tres palos, dos goles. Ésa fue la efectividad anoche del Valencia, que se agarró al olfato de su viejo goleador para escapar de la crisis. Y para saludar con una sonrisa a su nuevo entrenador, Ronald Koeman, que vio el partido por televisión. ¿Qué vio? Algunas mejoras pequeñas, pero apreciables. Las que le dieron dos de las novedades: un Vicente un poquito mejor de forma y, consecuentemente, con más llegada al área. Y, sobre todo, la savia fresca que supuso Manuel Fernandes, una reserva de oxígeno que tanto necesitaba el centro del campo. Suma energía y habilidad.

El...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Dos tiros entre los tres palos, dos goles. Ésa fue la efectividad anoche del Valencia, que se agarró al olfato de su viejo goleador para escapar de la crisis. Y para saludar con una sonrisa a su nuevo entrenador, Ronald Koeman, que vio el partido por televisión. ¿Qué vio? Algunas mejoras pequeñas, pero apreciables. Las que le dieron dos de las novedades: un Vicente un poquito mejor de forma y, consecuentemente, con más llegada al área. Y, sobre todo, la savia fresca que supuso Manuel Fernandes, una reserva de oxígeno que tanto necesitaba el centro del campo. Suma energía y habilidad.

El Mallorca desaprovechó una magnífica oportunidad. Se dedicó a silbar en la primera parte creyendo que las hojas valencianistas irían cayendo por su propio peso. Se equivocó. Y, cuando de verdad fue a por el partido, en el arranque del segundo tiempo, se encontró sin puntería y con una sorpresa inesperada: un conejito que se sacó Silva de la chistera, lo envió atrás y Morientes lo convirtió en su sexto gol de la temporada. La moral subió tanto que hasta el portero Hildebrand se animó y demostró afilados reflejos ante los últimos estertores del Mallorca.

MALLORCA 0 - VALENCIA 2

Mallorca: Germán Lux: Héctor, Nunes, Ballesteros, F. Navarro; Jonás (Víctor, m. 83), Basinas (Chori Castro, m. 71), Borja Valero, Arango; Ibagaza; y Güiza. No utilizados: Ione; Ramis, Pereyra, Varela, Tuni.

Valencia: Hildebrand; Caneira, Alexis (Miguel, m. 4), Helguera, Moretti; Joaquín (Arizmendi, m. 78), Albelda, Fernandes, Vicente (Angulo, m. 73); Silva; y Morientes. No utilizados: Mora; Zigic, Mata, y Sunny.

Goles: 0-1. M. 45. Centro de Miguel desde el extremo derecho y remata Morientes. 0-2. M. 61. Morientes remata un pase atrás de Silva.

Árbitro: Medina Cantalejo. Amonestó a Moretti, Caneira, Manuel Fernandes, Jonás, Ballesteros,

16.000 espectadores en el Ono Estadio.

Más información

Un centro vale a veces por todo un partido. Miguel había entrado en el encuentro sin calentarse, en el minuto 4, tras la fea de lesión de Alexis, y el lateral derecho portugués jugó toda la primera parte como alma en pena. O casi toda. Hasta el último minuto, Miguel envió cada pase al contrario, desenfocado tanto en la defensa como en el ataque. Pero, al filo del descanso, alcanzó el extremo derecho junto al córner, le pegó fuerte a la pelota y le dio una rosca tan diabólica que culebreó justo por encima del portero Germán Lux. Y llegó por detrás Morientes, otro desafortunado en el primer acto, para empalar a gol con un toque con el botín izquierdo. Los valencianistas se abrazaron emocionados: por fin un golpe de suerte, de acierto o de ambas cosas a la vez después de dos semanas muy dolorosas.

El Valencia llegó a las islas con el miedo en el cuerpo, sin creerse esa apuesta ofensiva que les había marcado su entrenador, Óscar Fernández, con el culo metido junto a su inseguro guardameta Hildebrand. Pero encontró un aliado en el planteamiento contemplativo de su rival. Lejos de hurgar en la herida valencianista, el Mallorca tampoco tenía prisas por ganar. Creyó que era cuestión de paciencia. Y se sintió cómodo con el empate sin goles, muy pertrechado atrás, masticando el encuentro con una parsimonia de la que sólo escapaba ese caballo desbocado llamado Jonás Gutiérrez. El extremo argentino siempre se creó espacios entre la defensa valencianista, aunque a sus disparos les faltó precisión.

Casi tres años sin jugar, pero a poco que se recupera y se libra de los dolores físicos, Vicente vuelve a demostrar que lo que nunca le va a faltar es el desparpajo. La cara dura para encarar siempre y para meterse entre una decena de piernas rivales en busca de una grieta. Buscó la complicidad de Silva y entre ambos tejieron casi todo el ataque de los de Mestalla. El centro del campo dio síntomas de mejora respecto a anteriores jornadas. Gracias a sobre todo a lo que representa Manuel Fernandes: potencia y calidad. Ayer unió ambas virtudes para marcharse de sus rivales en el uno contra uno, o contra dos, y para meter pases rasos interiores que sirvieran para desatascar. A sus 21 años, Fernandes dispone de una autopista en el Valencia para labrarse una larga carrera.

El Mallorca espabiló tras el descanso. Imprimió el elevado ritmo que no tuvo en el comienzo. Metió al Valencia en su área. Entró en acción por primera vez Güiza, que burló a Helguera con un artístico sombrero. No daba abasto el central cántabro. Antes ya había sido humillado por Jonás, que lo regateó dos veces dentro del cajón del área. Su disparo, sin embargo, lo rechazó el meta Hildebrand con el pecho.

No salía el Valencia de la madriguera hasta que Silva mandó callar al Ono Estadi. De la nada se sacó el gol que sepultaba al Mallorca. De un saque de banda de Moretti al extremo. De espaldas a la portería y encimado por el lateral Héctor, Silva no parecía tener ninguna posibilidad de salir de ahí. Pero lo hizo. Se escurrió hasta la línea de fondo y su centro atrás lo remató de primeras Morientes. A gol, claro. Un tanto que sirve para resucitar al Valencia y devolverlo a donde le corresponde. Para alegría de Koeman, que recupera anímicamente al grupo sin haber hablado todavía con él.

El delantero valencianista se abraza a sus jugadores tras marcar por segunda vez al MallorcaAFP

Archivado En