Columna

Desde 1990

Manuel Chaves accedió a la presidencia de la Junta de Andalucía por primera vez en 1990. Accede en el momento en que ya se había desatado el caso Juan Guerra, que acabó conduciendo a la dimisión de Alfonso Guerra como vicepresidente del Gobierno y que inició la quiebra del periodo de hegemonía socialista que había empezado en 1982.

Ha tenido el viento en contra por lo menos hasta 2004. Sus primeros 14 años en la presidencia de la Junta de Andalucía lo han sido en condiciones adversas. Las elecciones de 1990 se hicieron con el escándalo Juan Guerra como telón de fondo. En las elec...

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Manuel Chaves accedió a la presidencia de la Junta de Andalucía por primera vez en 1990. Accede en el momento en que ya se había desatado el caso Juan Guerra, que acabó conduciendo a la dimisión de Alfonso Guerra como vicepresidente del Gobierno y que inició la quiebra del periodo de hegemonía socialista que había empezado en 1982.

Ha tenido el viento en contra por lo menos hasta 2004. Sus primeros 14 años en la presidencia de la Junta de Andalucía lo han sido en condiciones adversas. Las elecciones de 1990 se hicieron con el escándalo Juan Guerra como telón de fondo. En las elecciones municipales de 1991 se produjo la primera erosión seria del poder municipal socialista y el primer aviso de por donde iba a ir la IU de Julio Anguita y Luis Carlos Rejón. Las elecciones de 1994 se hicieron tras la huida del ex director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, y tras haber pasado por la cárcel el ex gobernador del Banco de España, Mariano Rubio. Tuvo que soportar en esa legislatura humillaciones sin cuento como consecuencia de la alianza entre PP e IU, que disponían de mayoría parlamentaria y también en el interior de su propio partido, que pretendió descabalgarlo de la candidatura a la presidencia en las elecciones de 1996. Ganó contra pronóstico las elecciones de ese año y aguantó la marea de la mayoría absoluta del PP en las elecciones de 2000, teniendo que simultanear a partir de ese momento la presidencia de la Junta de Andalucía con la presidencia de la Gestora encargada de encontrar salida a la crisis del PSOE tras la dimisión de Joaquín Almunia. Presidiría el Congreso extraordinario en el que José Luis Rodríguez Zapatero fue elegido Secretario General. Únicamente en 2004, y eso lo sabemos ahora, concurrió a las elecciones con el viento a favor.

Me parece que está bien recordarlo. Manuel Chaves no ha sido presidente de la Junta de Andalucía por inercia, porque le ha tocado el cargo. Ha tenido que ganárselo nadando contracorriente. En el momento en que su partido pasaba un bache. No ha habido ni un solo presidente de ninguna de las 17 comunidades autónomas que haya tenido que hacer frente a condiciones tan adversas como aquellas a las que ha tenido que enfrentarse el actual presidente de la Junta de Andalucía.

Ésta es la razón por la que es un presidente respetado. Dentro y fuera de su partido. A Manuel Chaves nadie le ha regalado nada. Ha tenido que ganarse su autoridad día a día. Por eso continúa teniéndola. Lleva 17 años en la presidencia de la Junta de Andalucía, pero de ellos 14 han sido un sinvivir.

En esto, entre otras cosas, es en lo que se diferencia la trayectoria de Manuel Chaves de la de Javier Arenas. Éste pensaba que iba a llegar a la presidencia de la Junta de Andalucía de la mano del avance de su partido en el conjunto del Estado. Llegaría a ser presidente porque le tocaba ya. No porque él tuviera que ganárselo. A Manuel Chaves le ha ocurrido lo contrario.

Ahí es donde reside su fortaleza. Si Manuel Chaves hubiera tenido una presidencia cómoda, estaría ya completamente desfondado. Es el tener que haber estado haciendo frente a la adversidad de manera casi permanente lo que le ha permitido acumular energía para seguir en la batalla.

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Por eso se equivocan los dirigentes del PP al centrar su estrategia electoral en que Manuel Chaves lleva ya muchos años en la presidencia de la Junta de Andalucía. Claro que los años cuentan, pero lo decisivo no son los años, sino lo que se he hecho con ellos. Se pueden tener muchos menos y, sin embargo, dar una imagen de agotamiento muy superior.

Lo importante es convencer a los ciudadanos de que se es portador de un proyecto de dirección política de la comunidad. Esto es lo que los ciudadanos advierten y lo que les motiva a otorgar o no la confianza. En muy poco tiempo vamos a tener ocasión de comprobar cuál es la decisión de los ciudadanos andaluces.

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