Análisis:LA MAESTRANZA

Todo a cien

Hace tiempo que la fiesta está de rebajas, pero la Maestranza se ha convertido por derecho propio en el gran mercado del todo a cien. El toro, ya se sabe, es un animal mustio, tullido y noble, como todos los novillos de Peralta que se lidiaron ayer, que poco aportan a la necesaria emoción, consustancial a este espectáculo. El público asistente, entre sorprendidos turistas y partidarios entusiastas, generoso en extremo. La autoridad, acomodaticia y complaciente, y hasta la banda de música, otrora espejo de exigencia, toca a destiempo.

A pesar de todo, no hubo toreo del bueno ni triunfo g...

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Hace tiempo que la fiesta está de rebajas, pero la Maestranza se ha convertido por derecho propio en el gran mercado del todo a cien. El toro, ya se sabe, es un animal mustio, tullido y noble, como todos los novillos de Peralta que se lidiaron ayer, que poco aportan a la necesaria emoción, consustancial a este espectáculo. El público asistente, entre sorprendidos turistas y partidarios entusiastas, generoso en extremo. La autoridad, acomodaticia y complaciente, y hasta la banda de música, otrora espejo de exigencia, toca a destiempo.

A pesar de todo, no hubo toreo del bueno ni triunfo grande ni emoción para el recuerdo. Y los tres novilleros -Pepe Moral, Oliva Soto y el debutante Miguel Ángel Delgado- apuntan maneras, pero carecieron de puntería o de temple, o les pudo la responsabilidad, quién sabe... Lo cierto es que, a pesar de las rebajas, no aprovecharon el entusiasmo imperante, que tantos defectos oculta.

El único que obtuvo trofeo fue el ecijano Miguel Ángel Delgado, que posee sentido del gusto y la hondura, que no es poco. Veroniqueó muy bien a su primero, meciendo el capote con temple y torería, y lo recibió de muleta con dos pases cambiados por la espalda, hilvanados con un cambio de manos y otro de pecho. La faena pecó de desorden y muletazos enganchados, pero dejó el buen sabor de un empaque diferente y le concedieron una oreja.

No fue un novillo de carril el sexto, mansurrón, mirón y soso. Sin perder la compostura, sereno, valiente y conformista también, el novillero aprobó por los pelos el difícil examen, pero faltó la traca de un triunfo grande.

Decepcionó, sin embargo, Oliva Soto, novillero de porte agitanado, que se mueve en demasía; trata de imprimir un dramatismo teatral a su toreo y destaca más por la bisutería que por la hondura. Un buen derechazo, un largo natural, pero excesiva aflamencada pinturería. Dio la vuelta en su primero, después de que parte del público solicitara la oreja, y fue ovacionado sin motivo en el quinto.

No le acompañó la suerte a Pepe Moral, pues le tocó el peor lote, inválido y descastado. Hizo alardes de valor antes dos novillos amodorrados y sosos, y no brilló con su toreo, ventajista y vulgar. Aun así, dio la vuelta al ruedo por su cuenta y riesgo en el cuarto. Lo dicho: todo a cien.

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