Reportaje:

Flamenco de sol y sombra

La bienal de Málaga termina su ciclo 'Siete maravillas' en la plaza de Toros de Ronda

Tarde de feria en Ronda. Soleada, pero con brisa. Media entrada. A las 18.07 la banda de música rompe el murmullo del público. Tocan el pasodoble Francisco Rivera Ordóñez y comienza un paseillo en el que en lugar de una cuadrilla vestida de luces se ven bailaores, cantaores y guitarristas de punta en blanco. Saludan a los tendidos con gesto taurino y dan la vuelta al ruedo seguidos de un carruaje ocupado por el cantaor Chano Lobato. Máxima expectación. "¿Mami, hemos venido a ver los toros?", pregunta un niño en el tendido uno. "No, vamos a ver flamenco", le responde.

La plaza de ...

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Tarde de feria en Ronda. Soleada, pero con brisa. Media entrada. A las 18.07 la banda de música rompe el murmullo del público. Tocan el pasodoble Francisco Rivera Ordóñez y comienza un paseillo en el que en lugar de una cuadrilla vestida de luces se ven bailaores, cantaores y guitarristas de punta en blanco. Saludan a los tendidos con gesto taurino y dan la vuelta al ruedo seguidos de un carruaje ocupado por el cantaor Chano Lobato. Máxima expectación. "¿Mami, hemos venido a ver los toros?", pregunta un niño en el tendido uno. "No, vamos a ver flamenco", le responde.

La plaza de toros de Ronda cerró ayer el ciclo Siete maravillas de la Bienal de Flamenco de Málaga con el espectáculo A las seis y siete en punto de la tarde. Su hermoso ruedo de piedra, uno de los más antiguos del mundo, se dividió en cuatro tablaos flamencos en los que una veintena de artistas conjugaron sus actuaciones como si de una representación teatral se tratara. Los guiños al arte taurino fueron constantes vueltas al ruedo, salidas y entradas por los burladeros y mozos de espadas, vestidos de blanco y rojo, que colocaban sillas y ajustaban micrófonos a los maestros.

En 'Reunión excelente' participó toda la compañía y el público aplaudió a rabiar

La primera en salir al ruedo fue la joven bailaora Rocío Molina, acompañada a la guitarra por Manolo Franco. Salieron en carro de caballos, pero cada uno bajó en un extremo de la plaza. Molina, con traje blanco de cola con ribetes negros. Los primeros acordes de la rondeña arrancaron un "Bien Manolo, bien" del público y Molina comenzó su parte. Bailó "muy clásica", según los entendidos, aunque con su toques de "muñequita de caja de música". Asomados a los burladeros, la observaban miembros de la organización, cantaores con micrófono inalámbrico incorporado y bailaores. Al terminar, sonora ovación. Los artistas marcharon por separado hacia la puerta de corrales, usada como acceso a camerinos, y recogieron más aplausos del público.

El espectáculo fue conjugando un poco de cada arte. Los actores Kitty Manver y Juanma Lara interpretaron unos versos dedicados a Ronda de Carlos Rodríguez-Spiteri y el desafío de fandangos a tres bandas de Calixto Sánchez, El Pele y Niño Bonela, cada uno situado en una parte del coso, arrancó una ovación emocionada. Los oles eran para los cantaores, se escuchó algún "torero" y cuando el sol cubría la mitad de la plaza se unieron cantando al unísono en el centro. Minutos después, Chano Lobato calentó el ambiente admirándose del arte de Ronda y dio paso a una serie de actuaciones de cante y toque en las que el centro de atención fue el bailaor Javier Barón, vestido de oro y con camisa negra.

La segunda parte del espectáculo arrancó como la primera. La banda de Música Nuestra Señora de la Paz interpretó El puerta oscura, de José Janeiro. Tras el intermedio llegó la parte más alegre del montaje, donde destacaron el solo de saxo de Jorge Pardo y el martinete a cuatro, con coreografía de Manolete, y en el que participaron Javier Barón, Isabel Bayón, Rafael Campallo, Juan José Amador y Miguel Ortega. Cuando el sol ya había cubierto todo el escenario el espectador acertaba a comprender y entregarse al juego. El espectáculo rondeño terminó con una Reunión excelente, en la que toda la compañía participó en un colorido cuadro flamenco muy agradecido por el público, que acabó aplaudiendo a rabiar.

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