Tribuna:DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2007

Recompensa

Ayer -hace apenas un rato mientras escribo-, cuando ganó Petacchi me invadió una alegría inesperada. Ni es mi compañero ni me une nada especial con él, pero no van por ahí los tiros. La alegría provenía de ese sentimiento proletario que tiene uno: la tierra para el que la trabaja. Es decir, la etapa para los que se la curran, para los que toman las riendas desde el primer kilómetro y dicen: hoy vamos a trabajar. Así que lo justo era que ganase Petacchi, Zabel, o cualquiera del Milram.

También es cierto que los escapados hicieron méritos, tanto ayer como anteayer, pero ellos saben mejor ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Ayer -hace apenas un rato mientras escribo-, cuando ganó Petacchi me invadió una alegría inesperada. Ni es mi compañero ni me une nada especial con él, pero no van por ahí los tiros. La alegría provenía de ese sentimiento proletario que tiene uno: la tierra para el que la trabaja. Es decir, la etapa para los que se la curran, para los que toman las riendas desde el primer kilómetro y dicen: hoy vamos a trabajar. Así que lo justo era que ganase Petacchi, Zabel, o cualquiera del Milram.

También es cierto que los escapados hicieron méritos, tanto ayer como anteayer, pero ellos saben mejor que nadie esa ley no escrita de que el pez grande se come al chico, y contra eso poco hay que hacer. Probaron, vieron y cayeron. De todos modos, también bravo por ellos.

Si hay alguien que puede hablar de lo que ha trabajado el equipo de Petacchi estos dos últimos días somos los del Rabobank, puesto que hemos sido su sombra. Ellos, a lo suyo con el objetivo de neutralizar la escapada, y nosotros inmediatamente detrás protegiendo a Menchov. Es decir, alertas ante lo que pudiese pasar. No pasó nada pero pudo, porque eran días de viento y nunca se sabe.

Anteayer tuvieron la ayuda del Lampre, pero después de que su sprinter fallase en la llegada, ayer fue el equipo italo-alemán el que se comió toda la tostada. Y no fue fácil para ellos, aunque lo parezca. Porque así como el día anterior eran sólo dos los escapados (a dos se les puede echar mano fácilmente), ayer los fugados ascendían a cinco. Y ese ya es un número considerable.

Y era además una escapada de muchos quilates, con corredores de calidad como Rebellin o Gilbert. Sucedió además que el viento sopló con fuerza, siempre con un componente lateral pero mayormente favorable a nuestra marcha. En esas condiciones la lucha entre el pelotón y la escapada se iguala, puesto que la diferencia de velocidad entre un pelotón lanzado y unos buenos rodadores también lanzados no es muy grande. Y el desgaste es también menor.

El Milram sabía todo esto, y por eso nunca le concedió mucho margen a los fugados. Y al final les echaron mano, lanzaron el sprint y ganaron. Y algunos dirán: "vaya, otra vez Petacchi". Y yo les contesto que la carretera es libre, que allí trabaja el que quiere, y los que han querido estos días han sido los de Petacchi.

Archivado En