Tribuna:DESDE MI SILLÍN | VUELTA 2007

Y no durmió

Anoche no dormimos muy bien. Ni yo, ni mi compañero de habitación. Tampoco otros de mis compañeros, concretamente todos los que tenían la ventana de la habitación hacia el lado de la carretera. ¿Y eso que importancia tiene?, se preguntarán algunos. Pues la tiene por un doble motivo: uno, porque yo tengo aquí este espacio para hablar de lo que me pasa y lo que me deja de pasar, y esto ya es suficiente motivo. Y dos, porque el susodicho compañero de habitación ha resultado ser a la postre el vencedor de la etapa del día, y ése es otro motivo de gran peso.

La carretera era solitaria y muy ...

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Anoche no dormimos muy bien. Ni yo, ni mi compañero de habitación. Tampoco otros de mis compañeros, concretamente todos los que tenían la ventana de la habitación hacia el lado de la carretera. ¿Y eso que importancia tiene?, se preguntarán algunos. Pues la tiene por un doble motivo: uno, porque yo tengo aquí este espacio para hablar de lo que me pasa y lo que me deja de pasar, y esto ya es suficiente motivo. Y dos, porque el susodicho compañero de habitación ha resultado ser a la postre el vencedor de la etapa del día, y ése es otro motivo de gran peso.

La carretera era solitaria y muy poco transitada. El hotel era un pequeño y acogedor establecimiento rural. Pero estaba situado en una chicane, entre la salida de una curva y la entrada a la siguiente. Justo donde los coches frenaban y volvían a acelerar. Y claro, al haber tan poco tráfico, cada vehículo que pasaba conseguía desvelarnos. Distinto hubiese sido un flujo continuo; al final te acostumbras y consigues pegar ojo. Pero no, quizá pasaron 10 ó 15 en toda la noche, no tengo ni idea porque perdí la cuenta en ese estado de semi-inconsciencia en el que me encontraba, pero sí que puedo asegurar que fueron demasiados.

O sea que entre que ya llevábamos cuatro etapas en el cuerpo por terrenos rompepiernas, que la etapa de ese día había sido la de los Lagos de Covadonga, y que la noche había sido larga, entre todo esto, decía, ayer en el desayuno las piernas dolían aún algo más de lo habitual. Es decir, mucho.

Por todo esto, y porque la etapa de ayer era complicada como para controlarla de cara a un sprint final, nada hacía presagiar que Óscar fuese el ganador del día. A pesar de la motivación extra con la que partía por el hecho de correr en Cantabria, es decir en casa. Además, parecía cantado que sería un día de escapada. Ya había corredores con tiempo perdido en la general, y el terreno era terriblemente exigente como para que el equipo del líder pudiese ejercer un férreo control sobre la carrera.

Él, de hecho, que conocía el terreno como pocos -es la ruta por la que se entrena cuando le toca castigarse-, ya había dicho que sería muy complicado ganar en Reinosa, porque la etapa era demasiado dura para sus características. Pero se equivocó. Se equivocó porque por una parte anda más de lo que él mismo cree, y por otra porque la carrera tuvo un desarrollo bastante anárquico. Se rodó tremendamente fuerte desde el inicio y, a tal velocidad, era imposible que ninguna fuga prosperase. Hacia el final dos aventureros rompieron el control, pero ya demasiado tarde, por desgracia para ellos.

Resultado, que de cinco etapas ya hemos ganado dos, buen balance, y que tenemos a Denis segundo en la general. O sea que, a pesar de que no tuvimos una buena mañana, tuvimos un buen día.

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