Análisis:A LA PARRILLA

Última entrevista

En sus buenos tiempos, el periodista deportivo José María García solía comenzar sus arengas radiofónicas situando temporalmente a sus oyentes más adictos. "Al filo de la medianoche", decía el que se otorgaba a sí mismo la condición, nada modesta, de SuperGarcía. Y el reloj se convertía en efecto en una afilada arma blanca. Quizá por eso el sábado apareció en el programa La noria (Tele 5), más o menos a esa hora y justo después de una entrevista a El Lute y a María Jesús y su acordeón. Tras quejarse por el retraso sobre el horario previsto, García protagonizó la que dijo será su "última ...

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En sus buenos tiempos, el periodista deportivo José María García solía comenzar sus arengas radiofónicas situando temporalmente a sus oyentes más adictos. "Al filo de la medianoche", decía el que se otorgaba a sí mismo la condición, nada modesta, de SuperGarcía. Y el reloj se convertía en efecto en una afilada arma blanca. Quizá por eso el sábado apareció en el programa La noria (Tele 5), más o menos a esa hora y justo después de una entrevista a El Lute y a María Jesús y su acordeón. Tras quejarse por el retraso sobre el horario previsto, García protagonizó la que dijo será su "última entrevista". Jordi González, el presentador, le recibió con respeto, simpatía y un derroche enfático de agradecimiento por conceder tamaña exclusiva a La noria. La entrevista, sin embargo, fue un calco de las que ha concedido anteriormente a otros periodistas (Ana Rosa Quintana o Ferran Monegal, por poner dos ejemplos), con el añadido de una explicación argumentada para justificar su negativa a emprender su prometido regreso a las ondas. "Cuestiones familiares", adujo, y aprovechó la oportunidad para, en forma de casi monólogo y con digresiones espirales, abundar en sus viejas y nuevas obsesiones: el Grupo Prisa, por supuesto, pero también Jiménez Losantos, Vocento, Aznar y Pepe Blanco.

Lo mejor, sin embargo, fue cuando dijo que Tele 5 es una de las responsables de la telebasura y la telemierda actuales. El público, encantado, aplaudió a rabiar, y teniendo en cuenta que se trataba de Tele 5 la suma de exageraciones convirtió el instante en una extraña mezcla de libertad y cinismo. Claro que, en tiempos de regidores hiperactivos, nunca se sabe si el público actúa de un modo espontáneo o inducido. El contraste entre las ya conocidas opiniones de García sobre la cadena y los aplausos me hizo recordar algo que, en una ocasión, dijo Ígor Stravinski: "Nunca he entendido por qué tiene que haber público en vivo. Mi música, debido a su extrema quietud, sería más feliz con un público muerto".

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