Fraga deja plantado a Rajoy tras la polémica por la sucesión en el PP

El líder, con un discurso moderado, asegura que la victoria de mayo adelanta la de 2008

La tensión en el PP en las últimas semanas no parece alterar a Mariano Rajoy. En su inauguración ayer en Soutomayor (Pontevedra) de un curso político en el que se la jugará a todo o nada con sus segundas elecciones generales, insistió en que él sólo tiene en la cabeza ganar esos comicios, y no piensa en su sucesión. Además, cree que las municipales, en las que el PP ganó en votos, anticipan su victoria. Sin embargo, el plantón de Manuel Fraga, ausente por primera vez en un acto clave del PP gallego, dejó aún más clara la gravedad del encontronazo de los dos dirigentes esta semana.

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La tensión en el PP en las últimas semanas no parece alterar a Mariano Rajoy. En su inauguración ayer en Soutomayor (Pontevedra) de un curso político en el que se la jugará a todo o nada con sus segundas elecciones generales, insistió en que él sólo tiene en la cabeza ganar esos comicios, y no piensa en su sucesión. Además, cree que las municipales, en las que el PP ganó en votos, anticipan su victoria. Sin embargo, el plantón de Manuel Fraga, ausente por primera vez en un acto clave del PP gallego, dejó aún más clara la gravedad del encontronazo de los dos dirigentes esta semana.

Rajoy, que preparó para el acto más importante del verano un discurso moderado, se mostró tranquilo en todo momento. Sólo hubo alguna referencia indirecta a la polémica interna. El lunes, el fundador del PP dijo en una cena con militantes que "hay que ir preparando las sucesiones", a lo que Rajoy respondió el miércoles: "yo eso lo veo muy lejos".

El líder estaba cómodo. Hablaba ante su gente, en una espléndida jornada veraniega y a las faldas de un espectacular castillo medieval, el de Soutomayor, que él decidió comprar para disfrute público cuando era presidente de la Diputación y que inauguró como vicepresidente de la Xunta.

Además, le precedía en el escenario uno de sus barones más fieles, representante del sector moderado: Alberto Núñez Feijóo. De hecho, Rajoy anunció que en breve nombrará un comité redactor del programa electoral con dirigentes con "trayectoria y futuro en el PP", y entre ellos estará su hombre en Galicia.

Núñez Feijóo, criticado por no reivindicar todo el legado de Fraga, pidió al PP gallego "un poco de autocrítica" y dijo: "No vale tener razón si cuando miramos hacia atrás, la gente no nos sigue. Los partidos que representan el pasado pierden, y los que representan el futuro ganan".

Todo estaba a favor de Rajoy. Incluso las casualidades. El paso de la Vuelta Ciclista a España a pocos metros del acto le permitió acudir a contemplar en directo su deporte favorito. Pero la ausencia del fundador del PP aguó la fiesta. Había más de 2.000 personas, pero faltaba la más conocida.

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Fraga, que a sus 86 años mantiene una intensa agenda y no se pierde ningún acto importante, no sólo había acudido siempre a la inauguración del curso político, sino que solía convertirse en el protagonista con sus discursos polémicos. El año pasado, sin ir más lejos, advirtió a los suyos contra los "traidores" que podrían querer dividir el PP. Su ausencia este año se comentaba en los corrillos. Las excusas, inauditas. El metódico Fraga, explicaban en el PP gallego, estuvo el viernes en su pueblo, Vilalba (Lugo), porque era agosto, pero ayer, 1 de septiembre, se reincorporaba irremisiblemente a Madrid, donde trabaja de senador, porque ese no es mes de vacaciones.

A Rajoy pareció no importarle: "Tengo la sensación de que aquí está todo el PP de Galicia", dijo nada más empezar, olvidando al que fuera líder regional del partido durante casi 20 años.

El jefe de la oposición sólo piensa en elecciones. La sucesión no está en su cabeza, dejó entender. Y de hecho, está convencido de que, al margen de las últimas complicaciones, lo importante son los números en las urnas. Las últimas elecciones municipales demostraron, aseguró Rajoy, que éstos benefician al PP: "Mayo de 2007 supuso el fin del ciclo socialista. Las generales lo confirmarán. Las vamos a ganar igual que las municipales, las primeras que ganamos desde 2000".

El máximo dirigente del PP se presentó a sí mismo como una alternativa fiable, con el aval de eficacia en el Gobierno, y con capacidad de pactar con el PSOE y con otros. Un discurso moderado, de crítica al Ejecutivo pero sin las aristas de otras ocasiones, especialmente en el debate sobre el estado de la nación.

Antes de mirar al futuro, a la larga campaña electoral que le espera, Rajoy justificó su discurso de los últimos tres años: "Vamos a seguir haciendo oposición. Es nuestra obligación. Si hoy somos una alternativa es porque hemos hecho bien la oposición. Algunos querían que miráramos para otro lado. Pero si no se han cometido más errores es porque allí estaba el PP ejerciendo la oposición. Ahora, el reto es concretar nuestro proyecto político".

El líder del PP defendió a los catalanes como una sociedad que siempre ha estado a la vanguardia, prometió que con él en el Gobierno la crisis de las infraestructuras de este verano sería imposible, y concluyó que los dirigentes socialistas "no están a la altura de una sociedad como la catalana". También hubo alusiones a la política antiterrorista, pero con críticas limitadas -"negociar con los terroristas es un error y no se hará nunca más"-, felicitaciones a la Guardia Civil por las detenciones de ayer, y promesas de que si gobierna pactará con el PSOE "España, la política antiterrorista y la internacional".

Por último, y aprovechando las críticas al debate territorial, insistió en el mensaje de la igualdad de oportunidades, uno de sus preferidos: "Quiero un Gobierno sin ocurrencias. Que trate a todos por igual. Quiero españoles iguales en derechos, oportunidades, deberes y obligaciones. Ése es el mensaje".

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