Reportaje:

Cinco soledades trenzadas

Secun de la Rosa hilvana los vacíos existenciales de seres que se encuentran al atardecer

La parte del sol es un gajo de luz en un descampado sin farolas. Es el espacio en el que se encuentran y se construyen cinco personajes que protagonizan el último espectáculo de Secun de la Rosa, actor y autor teatral madrileño.

El escenario se extiende vacío y oscuro. En las tinieblas se percibe el resoplo de una mujer cansada y aburrida, que suelta palabras como en un desahogo íntimo delante de un espejo invisible. Llega la voz de otra mujer, que le contesta sin entenderla, sin escucharla de verdad. Del diálogo lento que cruzan, entendemos que están sentadas a tomar el fresco...

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La parte del sol es un gajo de luz en un descampado sin farolas. Es el espacio en el que se encuentran y se construyen cinco personajes que protagonizan el último espectáculo de Secun de la Rosa, actor y autor teatral madrileño.

El escenario se extiende vacío y oscuro. En las tinieblas se percibe el resoplo de una mujer cansada y aburrida, que suelta palabras como en un desahogo íntimo delante de un espejo invisible. Llega la voz de otra mujer, que le contesta sin entenderla, sin escucharla de verdad. Del diálogo lento que cruzan, entendemos que están sentadas a tomar el fresco en un descampado cerca de casa. Es fácil dar el siguiente paso e imaginar un bloque alto y lleno de ventanas como una colmena, en un barrio lejano y aburrido. Un barrio del que se huye o que se aguanta con tristeza.

Las dos mujeres se apoderan del espacio escénico completamente oscuro, que se llena de sus palabras, quebradas por los sueños rotos de la vida, o por los chistes agridulces del sentido común, a veces, tan rápidas de sonar histéricas. Los personajes se construyen surgiendo de la oscuridad, del negro más impenetrable. Y conforme avanza el guión, de apenas 50 minutos, el escenario, forrado por pesadas cortinas negras, se va despejando de una luz tenue, la luz de un atardecer.

Igual que se desarrolla un negativo de una fotografía, los personajes de De la Rosa toman cuerpo y espesor. Está Nena, casada con un marido ausente, del que sólo escuchamos la voz de ogro, que la pega y la hace sentir culpable. Busca consuelo inventándose platos, armada de una sonrisa soñadora, un delantal de fruta gigante y un terror de equivocarse debajo de la piel. Inventa el aliño de la ensalada o el hilo de aceite encima de la pizza congelada: la cocina creativa la hace sentir viva. Está Sara, ama de casa con sida, que tras años de desprecio por su vida ha aprendido a enternecerse por las cosas pequeñas, como hacerse las mechas sobre el cuello nervioso. Y está una novia fallada, que da vueltas desorientada por la vida y el escenario, sin entender como pudo ser causa del suicidio de una amiga.

Un hombre en corbata y americana, cuaderno bajo el brazo. El típico empollón y perfecto que dedica la vida a obedecer, para el que de repente algo se tuerce y todo va al carajo. Por último, viene un joven extraño que cuenta cosas raras. Sus aventuras fantásticas con personajes de la televisión dejan claro su soledad.

La obra de Secun de la Rosa trenza cinco monólogos con sensibilidad. Uno por cada personaje, que se entrega al público, ensimismado y hundido en su soledad. Personajes que se coinciden al final del día tras un edificio que sólo podemos imaginar. Pero no se ven, apenas se rozan, se intuyen sin las farolas que despejen el espacio, y se quedan como enigmas el uno para el otro. Son como los personajes de un chiste macabro: cada uno con su historia improbable, suspendida entre ironía y dolor, pero perfectamente encajado en su papel.

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"Salen a la luz a medida de que cuentan su drama existencial y se relacionan en el escenario", cuenta De la Rosa, al final del espectáculo, que se pone en escena también hoy. "Hemos trabajado mucho en la oscuridad para cuidar particularmente la voz y la expresión en los monologos", añade, y se le ve enamorado de esta obra que escribió a finales del año pasado para el Festival Visible. Hoy, a las 20.30 en La Casa Encendida (Ronda de Valencia, 2; tres euros), será la última oportunidad de disfrutarla.

Puesta en escena de La parte del sol.MARUXA RUIZ DEL ÁRBOL

Una compañía extraña

Al principio fue un espectáculo. Una avalancha de sketchs de gente fuera de lo común. Tuvo éxito y entonces se transformó en una compañía teatral verdadera. 'Radio rara' comenzó su andadura hace ocho años, con un espectáculo homónimo, que ganó el certamen Torre de Babel, de Arnedo (La Rioja).

El nombre de la compañía es el de una de las muchas radios piratas que florecieron a comienzos de los años ochenta en España: La Voz de la Experiencia, Onda Verde, Radio Fortaleza... Todas acabaron teniendo que echar el cierre, por orden gubernativa.

Según de la Rosa (Madrid, 1969) ha ido produciendo con 'Radio rara' cinco obras de humor hilvanadas por un ligero nexo argumental. Casi un pretexto para presentar a entrañable gente común. Los nadies a los que la vida no ha dado muchas oportunidades. Pero inmensos en su dignidad, si se mira de cerca. Si se sabe mirar. Como en Carne de videoclub, Mentirosas, Niño Juan y Rincón de la borracha, la última obra presentada en 2005.

De la Rosa tiene también un largo recorrido en gran pantalla. Ha intervenido en las películas taquilleras El otro lado de la cama, Días de fútbol, El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo . Fue el cocinero Agustín en la serie televisiva Paco y Veva.

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