Crónica:

El Madrid sólo tira con Van Nistelrooy

El Madrid es una crisálida. Es decir, un gusano con vocación de mariposa. Tiene jugadores altos y fuertes que no van bien por arriba, pasadores agarrotados, regateadores que no desbordan, llegadores que no llegan, y definidores con grandes dificultades para definir. Es un equipo bien intencionado que vive abocado a la experimentación por efecto de una política deportiva precipitada, rehén de los cambios de orientación electoralistas. El Madrid que dio tumbos por Cádiz es hijo de estos contrastes. No es el que ganó la Liga en junio. Ese ya no existe. Este Madrid, el que visitó el Carranza, apen...

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El Madrid es una crisálida. Es decir, un gusano con vocación de mariposa. Tiene jugadores altos y fuertes que no van bien por arriba, pasadores agarrotados, regateadores que no desbordan, llegadores que no llegan, y definidores con grandes dificultades para definir. Es un equipo bien intencionado que vive abocado a la experimentación por efecto de una política deportiva precipitada, rehén de los cambios de orientación electoralistas. El Madrid que dio tumbos por Cádiz es hijo de estos contrastes. No es el que ganó la Liga en junio. Ese ya no existe. Este Madrid, el que visitó el Carranza, apenas respira. Inicia una nueva vida y se encuentra en fase larval. No tiene forma definida. Va tirando con Van Nistelrooy.

CÁDIZ 1 - REAL MADRID 3

Cádiz: Contreras; Vella (Chico, m. 82), Miguel (Juanito, m. 71), De la Cuesta, Raúl López; Cristian (Enrique, m. 46), Yago, Fleurquin (José Miguel, m. 46), Nano; Dani (Medina, m.71) y Gastón Casas (Acuña, m. 46).

Real Madrid: Dudek; Cicinho, Sergio Ramos (Pepe, m. 57), Metzelder, Marcelo; Diarra; Baptista (De la Red, m. 64), Guti (Sneijder, m. 72), Robinho (Granero, m. 79); Saviola (Van Nistelrooy, m. 72) y Soldado (Balboa, m. 64).

Goles: 0-1. M.14. Soldado, de penalti. 1-1. M. 60. Enrique. 2-1. M. 74. Van Nistelrooy. 1-3. M. 92. Balboa.

Árbitro: Santana. Expulsó a Medina y Diarra (m. 90). Amonestó a Nano y M. García.

Unos 12.000 espectadores en el Carranza.

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Empujado por una hinchada fantástica, el Cádiz tuvo el orden y la claridad que le faltó a su contrincante. El Madrid se ablandó en el medio. Diarra y Guti no se entendieron. Puesto que fueron los únicos componentes de la línea, la discordancia se hizo irremediable. Diarra protestó por su soledad. Algo de razón tuvo. Como Robinho y Baptista optaron por irse arriba, la zona de elaboración se quedó medio hueca. Si se hubieran mezclado bien con Saviola y Soldado, esto no habría sido un problema. Pero, más que mezclarse, en el área cadista los delanteros de Schuster se suplantaron. Carentes de referencias y creatividad, sufrieron para perfilarse y pegar a la pelota.

El gol del Madrid llegó de la única forma en que cabía esperarlo. Saviola cayó en el área y el árbitro pitó penalti. Con la ventaja en el marcador, el Madrid se manejó peor. Dio la sensación de que especulaba. En esas estaba cuando le cayó el gol de Enrique, que concluyó con clase una jugada por la que se escurrieron Pepe y Marcelo. El Cádiz se creció. Tanto, que Schuster decidió sacar a la caballería. Metió a Van Nistelrooy. Con su sola presencia, el holandés puso fin a la guerra civil en el ataque. Con un cabezazo, adelantó al Madrid.

El partido se cerró con estrépito. Diarra impartió la justicia del cowboy. Antes Pepe había escupido a Medina; el jugador del Cádiz atizó al madridista y Diarra se fue a por él. El árbitro expulsó a Medina y a Diarra. Se sucedió una riña tumultuaria. Una especie de coda para un partido festivo.

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