Fórmula 1 | Gran Premio de Hungría

Intromisión intolerable

La sanción que los comisarios del Gran Premio de Hungría impusieron el sábado a Fernando Alonso me parece una intromisión intolerable de la FIA en la marcha de un equipo. Todo lo que está ocurriendo en la F-1 está resultando muy desagradable. Si Fernando perdió tiempo voluntariamente en su último repostaje en la tercera cronometrada, algo que el equipo ha desmentido, corresponde al director de la escudería tomar medidas contra él. La FIA no puede entrometerse en estos asuntos porque corresponden a la dinámica interna de funcionamiento de cada escudería.

No entiendo de qué bolsillo se ha...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La sanción que los comisarios del Gran Premio de Hungría impusieron el sábado a Fernando Alonso me parece una intromisión intolerable de la FIA en la marcha de un equipo. Todo lo que está ocurriendo en la F-1 está resultando muy desagradable. Si Fernando perdió tiempo voluntariamente en su último repostaje en la tercera cronometrada, algo que el equipo ha desmentido, corresponde al director de la escudería tomar medidas contra él. La FIA no puede entrometerse en estos asuntos porque corresponden a la dinámica interna de funcionamiento de cada escudería.

No entiendo de qué bolsillo se han sacado los argumentos y menos aún las reglas para establecer sus criterios. No tiene sentido. Y menos aún si la sanción es inapelable, como en el caso de Alonso, ya que no podía competir en la carrera pendiente de una resolución: el que saldría desde la sexta plaza de la parrilla no iba a cambiarlo nadie. Es injusto y desmesurado. Y un grave perjuicio no sólo para el español, sino también para su equipo, McLaren, que ayer, de forma también increíble, no pudo sumar los 15 puntos que había ganado, lo que benefició a Ferrari con vistas a la clasificación del Mundial de constructores.

La situación de McLaren es esperpéntica: tiene pendiente una resolución del Tribunal de Apelación por el asunto del espionaje a Ferrari, existen evidentes problemas internos entre Lewis Hamilton y Alonso, sancionan a uno de sus pilotos y al equipo y celebran el triunfo de Hamilton ayer como si fuera un entierro. Ron Dennis no es feliz ni siquiera cuando gana. Se le nota. Está perdiendo el oremus y actúa de una forma extraña en él, exteriorizando sus sentimientos, algo que odia precisamente del carácter de los latinos. Siempre recrimina a sus empleados el que lo hagan.

La batalla entre Hamilton y Alonso parece que se le ha escapado de las manos a Dennis. No la controla. Ha pasado por momentos muy duros como propietario de McLaren, pero estos dos jóvenes le están desbordando. Su enfrentamiento con Hamilton le ha afectado porque él no sólo ha financiado su carrera, sino que ha sido su principal valedor para que pudiera debutar en la fórmula 1. No creo que Dennis olvide todo esto. Pero está claro que ganar carreras lima muchas asperezas. Y públicamente el equipo debe lavar un poco la mala imagen que ha dejado en Hungría.

En cambio, estoy convencido de que todos los frentes que tiene abiertos no van a perjudicar la buena marcha del equipo en lo estrictamente deportivo. Han conseguido un coche muy competitivo y, técnicamente, son muy fuertes. Las guerras internas no ayudan en nada porque entorpecen el diálogo y la buena comunicación, pero los ingenieros y los mecánicos no piensan en esas guerras, sino en la que mantienen contra Ferrari, que es realmente la importante.

Archivado En