"¡Salió de mi cabeza!"

Ridley Scott nunca había contemplado los neones de Tokio pero muchos pensaron que se inspiró en ellos para crear los escenarios de Blade Runner. "¡Salió de mi cabeza!", se indignó el director británico que consiguió convertir el rodaje del thriller en un martirio. Parte del equipo se refería a la película como Blood Runner (Corredor sangriento). Incluso Harrison Ford, su protagonista, se sintió abandonado por él.

Al plató de su primer filme en Estados Unidos Scott llevaba una foto, Nighthawks, de Edward Hopper, para mostrarles la atmósfera que quería p...

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Ridley Scott nunca había contemplado los neones de Tokio pero muchos pensaron que se inspiró en ellos para crear los escenarios de Blade Runner. "¡Salió de mi cabeza!", se indignó el director británico que consiguió convertir el rodaje del thriller en un martirio. Parte del equipo se refería a la película como Blood Runner (Corredor sangriento). Incluso Harrison Ford, su protagonista, se sintió abandonado por él.

Al plató de su primer filme en Estados Unidos Scott llevaba una foto, Nighthawks, de Edward Hopper, para mostrarles la atmósfera que quería plasmar. Y,

pese al éxito de Alien, no fue fácil conseguir financiación después de que Filmways Pictures se retirara del proyecto, cuyo presupuesto inicial de 9,7 millones de euros se incrementó hasta los 14,8. Ladd Company y Run Run Shaw se arriesgaron y Tandem Productions terminó poniendo el resto.

Philips K. Dick,

autor de la novela que inspiró la película, ¿Sueñan los androides con las ovejas eléctricas?, confesó que era la visión que él tuvo en mente al escribir el libro. Pero Scott, sin ningún apuro, se despachó asegurando que ni tan siguiera había leído esta obra.

Los productores decidieron cambiar el final -debía ser feliz- y se añadieron planos de montañas tomados de descartes de El resplandor, de Stanley Kubrick.

Androide, Animal, Mecanismo o Días peligrosos se barajaron como posibles títulos, y el vencedor, Blade Runner, se copió del de una novela de Alan Nourse.

El estreno del filme, con banda sonora de Vangelis, en 1.290 salas de Estados Unidos el 25 de junio de 1982, resultó decepcionante en taquilla: 4,7 millones de euros. La coincidencia con E.T., en las pantallas desde días antes, jugó en su contra.

El primer país europeo que la exhibió -con más secuencias de violencia que la original- fue España en agosto de ese año. Fue un éxito en el mercado del vídeo y, más aún, con el desenlace ideado por Scott que se editó por primera vez en 1992.

La crítica se dividió, consiguieron tres Bafta de la Academia de Cine del Reino Unido y los Oscar se les resistieron. Tan sólo fue candidata a mejor dirección artística.

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