Diego Milito socorre al Zaragoza

Con un ejercicio pragmático e ingenioso, a punto estuvo el Recre de hundir al Zaragoza, que resopló de alivio al remitirse a su Carpanta particular, a Diego Milito. Un tanto del ariete selló el empate al tiempo que certificó la clasificación europea del equipo blanquillo.

A Víctor Fernández le dio por hacer probaturas en el último partido. Por primera vez en el curso, reprobó la idea de alinear a dos puntas y optó por aunar efectivos en el centro del campo. Dos ejes y tres medios con Aimar como único trescuartista. No funcionó. El invento buscaba tapar la mayor y re...

Con un ejercicio pragmático e ingenioso, a punto estuvo el Recre de hundir al Zaragoza, que resopló de alivio al remitirse a su Carpanta particular, a Diego Milito. Un tanto del ariete selló el empate al tiempo que certificó la clasificación europea del equipo blanquillo.

A Víctor Fernández le dio por hacer probaturas en el último partido. Por primera vez en el curso, reprobó la idea de alinear a dos puntas y optó por aunar efectivos en el centro del campo. Dos ejes y tres medios con Aimar como único trescuartista. No funcionó. El invento buscaba tapar la mayor y reiterada deficiencia del equipo, que suele atragantarse cuando el contrario le crea superioridad numérica en el centro del campo. O se ahoga en la salida de la pelota o corre detrás del cuero hasta sacar la lengua. Pero el Recreativo, avispado, se percató de la artimaña a las primeras de cambio.

No practicó el fútbol que habitúa el Recre, que desatendió el juego de toque. Con las líneas apretujadas, desechó la idea de circular el cuero con esas transiciones cortas y dinámicas que ejerce. Obvió los pasos intermedios y buscó los pases a la espalda de la defensa. Arma estéril porque a Piqué y Gaby Milito les sobran centímetros y argucia para retrasarse un par de pasos y desbaratar la idea. Aunque lejos de rendirse, el conjunto onubense varió un ápice la táctica; desvió unos metros el destino de los pases y tanteó las carreras de Uche, que fue un tornado por las alas. Le funcionó la primera vez que lo hizo y por poco las sucesivas. Uche cayó a la banda y controló el cuero para asistir a Cazorla, que la empalmó a su llegada desde la segunda línea. El rechace le cayó a Javi Guerrero, que no perdonó.

Languideció el Zaragoza, que no encontró la solución a sus problemas. Lo intentó Aimar, que se enredó con el cuero en los pies y se perdió al tener un solo punta como referente. Lo probó D'Alessandro, que, acostumbrado a jugar en el costado opuesto a su pierna buena y a trazar diagonales para asistir a la carrera del ariete, se anuló en movimientos estériles en la banda izquierda. Y lo procuró Ewerthon, que salió después pero que quedó bien fijado por los dos centrales adversarios.

El Recre siguió a lo suyo. Sólo que en vez de Uche, corrió Sinama Pongolle, que le ganó la espalda a Piqué para caerse al suelo cuando notó que le estiraban la elástica. Roja directa y mazazo tremendo. Pero apareció Diego Milito, Diegol, y solucionó el entuerto. Un pase interior cayó a sus botas y cruzó el cuero por raso. La pelota entró llorando. Pero entró.

Retorció el Recre al Zaragoza, que salió tan azorado como contento. Juega la UEFA.