Cartas al director

El caos impera

Sin ánimo de ser pesimista, debo decir que la situación en Oriente Próximo está con la mecha encendida. Por un lado, los islamistas de Hamás se han adueñado por completo de su feudo de Gaza; en consecuencia, Al Fatah ha comenzado a hacer una "limpieza" de elementos integristas en Cisjordania. Puede que los territorios palestinos terminen como los reinos de taifas. En una situación similar se encuentra el Líbano, donde el Gobierno prooccidental se enfrenta a la oposición de Hezbolá y, a su vez, todos se oponen a las milicias de la línea ideológica de Al Qaeda, que se enfrentan a las tropas liba...

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Sin ánimo de ser pesimista, debo decir que la situación en Oriente Próximo está con la mecha encendida. Por un lado, los islamistas de Hamás se han adueñado por completo de su feudo de Gaza; en consecuencia, Al Fatah ha comenzado a hacer una "limpieza" de elementos integristas en Cisjordania. Puede que los territorios palestinos terminen como los reinos de taifas. En una situación similar se encuentra el Líbano, donde el Gobierno prooccidental se enfrenta a la oposición de Hezbolá y, a su vez, todos se oponen a las milicias de la línea ideológica de Al Qaeda, que se enfrentan a las tropas libanesas desde hace varias semanas en diversos campos de refugiados.

Por si esto fuera poco, Siria e Irán siguen ejerciendo su influencia en la región, la primera concretamente en el Líbano -donde según se cree está implicada en el asesinato de múltiples opositores a su injerencia-; por otro lado, Irán trata de provocar a Israel con inflamatorias declaraciones a la vez que sigue raudo y veloz con su programa nuclear, sin olvidar además el apoyo que Irán da a Hamás y a Hezbolá. Así las cosas, y teniendo en ciernes la presencia de tropas de EE UU en Irak y Afganistán, podríamos pensar que las cosas no pueden ir a peor, pero si algo nos ha enseñado la historia es que las cosas en Oriente Próximo siempre pueden ir a peor. Por ello, tengamos fe y esperemos que uno a uno se calmen los frentes, ya que el equilibrio de fuerzas e intereses es tal que nunca podrá darse un vencedor definitivo en la región; de ahí que tarde tanto en llegar la paz, aunque realmente ésta sea la única vía para la convivencia entre todos los pueblos de la región.

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