Laboral | CONSULTORIO

El horario

El contrato de trabajo se construye sobre dos obligaciones recíprocas: un tiempo de trabajo a cambio de un salario. Sin duda, la concreción de la cuantía de la retribución es cuestión esencial para el trabajador, pero no lo es menos la delimitación de ese tiempo que se obliga a prestar al empresario. Su precisión es pues una cuestión clave en toda relación laboral.

La cuantificación del número de horas que se han de trabajar dentro de un lapso temporal concreto (semana, mes, año...) es lo que se denomina jornada. Pero hoy queremos hacer hincapié en otro concepto rel...

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El contrato de trabajo se construye sobre dos obligaciones recíprocas: un tiempo de trabajo a cambio de un salario. Sin duda, la concreción de la cuantía de la retribución es cuestión esencial para el trabajador, pero no lo es menos la delimitación de ese tiempo que se obliga a prestar al empresario. Su precisión es pues una cuestión clave en toda relación laboral.

La cuantificación del número de horas que se han de trabajar dentro de un lapso temporal concreto (semana, mes, año...) es lo que se denomina jornada. Pero hoy queremos hacer hincapié en otro concepto relacionado, el horario. El horario es una consecuencia o derivación de la jornada, pues en él se precisa el tiempo exacto en que cada día se ha de prestar servicio. Suele definirse como la determinación de los momentos precisos en que cada día se ha de entrar al trabajo y salir del mismo. Situando con exactitud cual es la prestación debida dentro de cada jornada.

La fijación del horario es una atribución del empresario que se inscribe dentro de su poder de organización del trabajo. Pero una vez establecido, su modificación deberá cumplir los requisitos legales. Hay que tener en cuenta que el trabajador va a organizar su vida personal en función del horario de trabajo. No estamos, por tanto, ante una cuestión baladí. Cualquier cambio, aunque mínimo, puede resultar traumático y alterar su organización familiar.

Sin embargo, la tendencia actual es dotar a las condiciones laborales de una cierta flexibilidad que permitan al empresariado adaptar las prestaciones de los trabajadores a las exigencias que el mercado les vaya imponiendo.

El equilibrio entre las necesidades de los sujetos de la relación laboral ha provocado que se vayan generalizando sistemas más elásticos de ordenación del tiempo de trabajo, con horarios cada vez menos rígidos, incluso individualizados.

Una de las soluciones más frecuentes es establecer horarios flexibles, en los que existe un tiempo de prestación de servicios común para todo el personal, dentro de un cierto ciclo temporal, pero varía el momento de inicio y el de terminación del trabajo, de forma que cada trabajador puede ajustar el tiempo de trabajo a sus necesidades personales.

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