Reportaje:Reencuentro con las urnas | Elecciones 27M

Voto desde el 'cautiverio'

Un tetrapléjico que se expresa gracias a los párpados y un dedo acude a las urnas por primera vez desde que sufrió el ictus, en 1999

"El día 27 se convertirá en toda una fiesta para mí. Iré a pasar el día a mi casa, luego veré ganar a Fernando Alonso en Mónaco, y después de una siestecilla iré a votar. No os podéis ni imaginar lo que eso supone para mí, y el tiempo que llevo esperando este momento". Así expresa su emoción electoral José Carlos Carballo, vallisoletano de 40 años. No puede hablar, ni moverse, ni comer. Se comunica con el parpadeo de los ojos y el movimiento de un dedo índice con el que escribe en su ordenador. Es la primera vez que vota desde 1999.

Un infarto cerebral convirtió entonces su cuerpo en un...

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"El día 27 se convertirá en toda una fiesta para mí. Iré a pasar el día a mi casa, luego veré ganar a Fernando Alonso en Mónaco, y después de una siestecilla iré a votar. No os podéis ni imaginar lo que eso supone para mí, y el tiempo que llevo esperando este momento". Así expresa su emoción electoral José Carlos Carballo, vallisoletano de 40 años. No puede hablar, ni moverse, ni comer. Se comunica con el parpadeo de los ojos y el movimiento de un dedo índice con el que escribe en su ordenador. Es la primera vez que vota desde 1999.

Un infarto cerebral convirtió entonces su cuerpo en una celda. Estaba recién casado. Una mañana cualquiera se levantó para ir a su trabajo, como contable de una empresa de construcción, y cuando se iba a meter en la ducha se desplomó. Despertó en el hospital "atrapado en sí mismo" como él mismo define. Sumido en el silencio absoluto y la inmovilidad total. Los médicos califican su estado como síndrome de cautiverio.

El año pasado recuperó la capacidad ante los jueces probando que su mente estaba intacta

En ese momento, a pesar de que sus facultades mentales estaban intactas, fue incapacitado a instancias de la familia. "No sabíamos qué le pasaba por la cabeza ni si iba a poder comunicarse con nosotros algún día", relata su esposa, Puri Rodríguez. Perdió la capacidad para tomar decisiones por sí mismo y también, para votar.

Poco a poco, aprendió a comunicarse. Con una paciencia infinita y una pizarra con todas las letras del abecedario, él y su mujer pasaban el tiempo aprendiendo a entenderse a través del movimiento de sus párpados. Al principio era sólo "sí" y "no". Ahora tienen una comunicación fluida con frases complejas que él dice, y ella entiende, rápidamente.

José Carlos se enteró más tarde de la existencia de un programa de ordenador con el que podía escribir con un solo dedo, y, ante la sorpresa de los médicos, logró mover el índice de la mano derecha. Él está convencido de que fue por la necesidad de expresarse. Lo cierto es que esta pequeña extremidad le cambió la vida y ahora puede relacionarse con un mundo que había desaparecido para él. Así escribió en 2005 el libro autobiográfico El síndrome de cautiverio en zapatillas.

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Hace tres años empezó a pensar en recuperar la capacidad para gestionar su vida, sus bienes y sus votos. Esto último era lo que más le importaba, porque en lo demás, como no ha tenido nunca ningún problema con su mujer -y tutora-, de hecho ya tomaba todas las decisiones que le afectaban.

En mayo de 2006, después de un largo proceso judicial, recuperó la capacidad. "Pero no fue fácil", relata su esposa. "Tuvimos que presentar tres informes médicos acreditando su plena capacidad intelectual". La tecnología que le permite escribir en el ordenador fue una pieza clave.

Es las elecciones del próximo domingo podrá votar por primera vez desde su cautiverio. No está claro cómo lo van a hacer, porque él no puede moverse. Lo va a acompañar Puri, que será la encargada de meter la papeleta que su marido le indique en los sobres. "Creo que vamos a intentar que él los sujete con la mano y que le acerquen la urna, a ver si es posible", explica Puri.

"Para mí va a resultar muy emotivo acudir a las urnas después de haber estado ocho años sin la capacidad de poder hacerlo", escribe José Carlos por correo electrónico desde la residencia en la que vive. Y después de describir cómo se imagina su cita electoral, concluye: "Estoy contento ¿se nota? Charlie". No quiere revelar a quién irá su voto. "Es secreto, ¿no? Pero irá a los buenos, claro".

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