Editorial:

Continuidad de fondo

La encuesta electoral publicada ayer y hoy en EL PAÍS se circunscribe a 5 de las 13 comunidades en que se celebran elecciones (Baleares, Canarias, Madrid, Navarra y Valencia) y a otras tantas ciudades (Barcelona, Madrid, Marbella, Sevilla y Valencia) en que habrá, como en otros 8.000 ayuntamientos, elecciones municipales. En Canarias, Baleares y Navarra podrían conformarse coaliciones de gobierno -encabezadas por los socialistas- alternativas a las que han venido gobernando. En las ciudades sondeadas, la tendencia es a la repetición de las mayorías actuales, con la lógica excepción de Marbella...

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La encuesta electoral publicada ayer y hoy en EL PAÍS se circunscribe a 5 de las 13 comunidades en que se celebran elecciones (Baleares, Canarias, Madrid, Navarra y Valencia) y a otras tantas ciudades (Barcelona, Madrid, Marbella, Sevilla y Valencia) en que habrá, como en otros 8.000 ayuntamientos, elecciones municipales. En Canarias, Baleares y Navarra podrían conformarse coaliciones de gobierno -encabezadas por los socialistas- alternativas a las que han venido gobernando. En las ciudades sondeadas, la tendencia es a la repetición de las mayorías actuales, con la lógica excepción de Marbella tras la desaparición del GIL.

Prácticamente nunca ha perdido las elecciones un presidente autonómico que se presentase a la reelección. Ha podido perder la mayoría absoluta o tener que cambiar de aliados; pero sólo si había cambio de candidato (reflejo de algún problema interno) ha dejado de ser el más votado. Ello refleja la fuerte estabilidad de fondo de los poderes autonómicos. Que ahora haya algún cambio parece depender en alguna medida del nivel de participación. Climas políticos crispados, como el actual, suelen favorecer el aumento de la abstención, y es ya un lugar común admitir que ello perjudica proporcionalmente más a la izquierda. En las locales y autonómicas de 1995, sin embargo, el clima de tensión no impidió una participación máxima (70%) en beneficio del PP, que pasó a controlar la mayoría de las comunidades y de las alcaldías de las capitales. Pese a la recuperación de los socialistas en este ámbito a partir de 1999, el PP ha seguido gobernando en más comunidades que el PSOE (7 frente a 4 de entre las 13 que ahora votan). Esa relación podría invertirse si se verifica el pronóstico del sondeo y se mantiene la dificultad del PP para encontrar aliados.

El cambio más significativo sería el de Navarra. El reagrupamiento en una sola candidatura, Nafarroa Bai, de las distintas opciones nacionalistas vascas permite a esa corriente aumentar sus votos hasta el 23,5% (tres puntos por encima de su promedio anterior) y optimizar su traducción en escaños. De forma que podría conformar con los socialistas una mayoría alternativa a la navarrista encabezada por UPN (marca del PP en la comunidad) que viene gobernando desde hace 11 años. Aunque esa fórmula es preferida (por escaso margen) a la coalición de los dos partidos navarristas, un sector del electorado socialista la rechaza frontalmente, y de ahí la prudencia con que su candidato evita compromisos explícitos previos.

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En Canarias, la ruptura durante la legislatura entre Coalición Canaria (CC) y el PP, que gobernaban juntos, ya auguraba un cambio de alianzas; pero ahora sería el PSOE (con un candidato potente, el ex ministro López Aguilar) quien obtendría la primogenitura. Sin embargo, CC conservaría la posibilidad de conformar mayoría tanto con el PP como con el PSOE, lo que le daría gran fuerza negociadora. Un dato a favor de los socialistas es que 7 de cada 10 canarios consideran conveniente un cambio de signo del Gobierno.

En Baleares el PP seguiría siendo con diferencia el partido más votado, pero el ascenso del PSOE le permitiría intentar una coalición múltiple como la que ya le sirvió para gobernar entre 1999 y 2003. Algunos de esos socios potenciales podrían ofrecerse también al PP para completar mayoría, por lo que la situación está bastante abierta. En todo caso, esos socios menores pagan la factura de la fuerte polarización: de 15 diputados pasarían a entre 6 y 8 entre todos ellos.

Éste es otro rasgo detectado por el sondeo: la fuerte confrontación en la política nacional entre PP y PSOE puede favorecer la abstención, pero también la concentración del voto en esos dos partidos en perjuicio de los menores: en Valencia, por ejemplo, suben los dos y agrupan entre ambos al 88% del electorado; en Baleares pasan de agrupar al 69% a más del 80%; lo mismo ocurre en Madrid, pero esto ya era así en la legislatura que ahora concluye. Navarra es la excepción.

En Madrid los dos candidatos de la derecha, Ruiz-Gallardón y Aguirre, alcanzarían la mayoría absoluta y aumentarían la distancia en votos y escaños con la suma del PSOE e IU. En la falta de expectativas del PSOE parece existir un problema de candidatos. Según el sondeo, Simancas es menos valorado que la candidata de IU, Inés Sabanés. Y el problema no puede atribuirse al procedimiento de designación, pues Sebastián lo fue por voluntad de Zapatero mientras que Simancas es el típico candidato de aparato. Las flojas expectativas de la izquierda son más llamativas en una comunidad en la que cerca del 40% de los ciudadanos se identifican ideológicamente con la izquierda, frente al 27% que se considera de derechas.

Esto reforzaría la idea de que mucho voto potencial de izquierda se pierde en la abstención. Una posible causa es que la personalización de la campaña por los líderes nacionales lleva el debate a terrenos de política general (terrorismo, nacionalismos, Irak) que interesan poco a los ciudadanos; sin embargo, la participación suele ser mayor en las generales (que deciden quién va a estar en La Moncloa), lo que parece contradictorio con esa hipótesis.

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