Crónica:LA CRÓNICA

Bajo el síndrome del CIS

El comienzo de la campaña electoral ha coincidido con la publicación de la encuesta del CIS, que todo el mundo conoce ya a estas horas. La contundencia de los datos que allí se muestran, deja poco margen para las especulaciones. A la vista de los resultados, el abatimiento que se detecta entre los partidos de la izquierda resulta natural. La matemática de las alianzas había alimentado unas esperanzas que el sondeo acaba de echar por tierra. Pese a que faltan un par de semanas para las votaciones, flota en el ambiente la idea de que no es mucho lo que puede remediarse a estas alturas.

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El comienzo de la campaña electoral ha coincidido con la publicación de la encuesta del CIS, que todo el mundo conoce ya a estas horas. La contundencia de los datos que allí se muestran, deja poco margen para las especulaciones. A la vista de los resultados, el abatimiento que se detecta entre los partidos de la izquierda resulta natural. La matemática de las alianzas había alimentado unas esperanzas que el sondeo acaba de echar por tierra. Pese a que faltan un par de semanas para las votaciones, flota en el ambiente la idea de que no es mucho lo que puede remediarse a estas alturas.

El único que se muestra eufórico es Francisco Camps y tiene razones para ello. Los datos de la encuesta del CIS confirman el acierto de una precampaña de baja intensidad que parece haber logrado sus objetivos, incluso por encima de lo esperado. El entusiasmo con el que se manifestó en Orihuela, el pasado viernes, indica que Camps se siente seguro y ha tomado la iniciativa. La osadía que mostró al interpretar a su conveniencia las palabras de Ecclestone, podría indicar un cambio de ritmo en la carrera electoral, un demarraje. Habrá que ver cómo se comporta en lo que resta de campaña. Para Camps, el triunfo sería doble: obtendría la presidencia de la Generalidad, y una victoria definitiva -si algo hay definitivo en política- sobre Eduardo Zaplana y sus seguidores.

Al referirse al affaire Ecclestone, Joan Ignasi Pla ha asegurado que "va a provocar una rebelión cívica de muchos hombres y mujeres, que no están dispuestos a que les digan qué es lo que tienen que votar, ni a que se les chantajee de la manera que lo hizo el Partido Popular". Es comprensible la indignación del candidato socialista, aunque podría pecar de optimismo al esperar una rebelión cívica. Me temo que nuestra mediocre prosperidad no lo permitiría. Es más probable que la defensa de la carrera de automóviles proporcione a Francisco Camps un buen número de votos. Si las palabras de Pla son sinceras, es decir, si no buscan un rédito electoral, podrían indicar que su percepción de la sociedad valenciana es un tanto ideal.

Al margen de estas cuestiones, la gran novedad de la campaña es el afianzamiento de Internet como canal de comunicación. El esfuerzo que han realizado algunos periódicos en este sentido es notable. Puede decirse que, de una forma muy modesta pero incuestionable, la información digital se ha abierto paso en la campaña electoral. Los numerosos blogs que escriben a diario los periodistas o los propios candidatos, los chats que mantienen éstos con los electores y simpatizantes, forman un universo propio y, al tiempo, complementario de la información en papel.

Es curioso comprobar cómo se comportan los candidatos ante el hecho. En el caso de Alicante, el desinterés de Díaz Alperi por el medio es evidente, pues prácticamente lo ignora. En el extremo opuesto se sitúa Etelvina Andreu, la candidata socialista. Tal vez por tratarse de una persona más joven, Andreu se mueve cómodamente por Internet e, incluso, confía en el poder de su publicidad. Pude seguir el chat que mantuvo la candidata con los lectores del diario Información, el pasado viernes. Resultó una experiencia interesante. Andreu tuvo la virtud de resultar creíble en sus respuestas a las preguntas de los lectores, lo que no siempre es fácil cuando uno debe hacerlo con prisas y por escrito.

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