Reportaje:MÚSICA

La casa de la salsa

Para unos era la misma música cubana con otro nombre; para otros, un condimento culinario: "La única salsa que conozco es la que se come" (Tito Puente).

En los años setenta, la "salsa" era la música que no existía y todo el mundo interpretaba/ escuchaba/bailaba. La banda sonora de El Barrio neoyorquino, ejemplo de la adaptación al medio por parte de las nuevas generaciones de emigrantes; la música salvaje y mestiza que se escuchaba a través de los discos de Fania, el sello fundado en 1964 por Johnny Pacheco, un cantor de origen dominicano, y su abogado, Jerry Masucci, para el que...

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Para unos era la misma música cubana con otro nombre; para otros, un condimento culinario: "La única salsa que conozco es la que se come" (Tito Puente).

En los años setenta, la "salsa" era la música que no existía y todo el mundo interpretaba/ escuchaba/bailaba. La banda sonora de El Barrio neoyorquino, ejemplo de la adaptación al medio por parte de las nuevas generaciones de emigrantes; la música salvaje y mestiza que se escuchaba a través de los discos de Fania, el sello fundado en 1964 por Johnny Pacheco, un cantor de origen dominicano, y su abogado, Jerry Masucci, para el que grabaron Celia Cruz, La Lupe y Rubén Blades, entre otros. Cuarenta y tres años después, aquellos discos vuelven a la vida en formato CD convertidos en leyenda, con su sonido convenientemente remozado y una presentación ad hoc. El primer lanzamiento de Fania en CD incluye maravillas tales como Indestructible, un clásico del año 1973 que supuso el regreso del conguero Ray Barretto a la música de raíz tras sus incursiones jazzísticas precedentes (que retomaría al cabo del tiempo).

Tito Puente and his Concert Orchestra -un proyecto concebido para ser interpretado en salas de conciertos- contiene las versiones difícilmente concebibles de Last Tango in Paris y la Danza del fuego fatuo de Manuel de Falla. Un puro delirio y una rareza en la discografía del timbalero.

El "arquitecto de la salsa progresiva", Eddie Palmieri, mezcla a Arsenio Rodríguez y Beny Moré con Thelonious Monk y McCoy Tyner en el estupendo Vámonos pa'l monte. Junto al pianista, uno de los mejores trompetistas de la historia, Alfredo Chocolate Armenteros.

La vertiente menos jazzística y más popular del sello viene representada por Joe Bataan, cantante, pianista y ex delincuente juvenil, a quien se tiene por el inventor del "latin R&B". En Saint Latin's Day Massacre, su poco explicable empeño en cantar los últimos éxitos del soul (Shaft) viene compensado por sus contundentes incursiones en el repertorio autóctono siguiendo la estela de Tito Puente y Carlos Santana (Para Puerto Rico voy).

Muy distinto es el caso del

pianista Monguito Santamaría. Su vida estuvo envuelta en el misterio: grabó apenas y falleció joven, pobre y olvidado. En Black Out (1974), el hijo del gran Mongo Santamaría contó con la producción de Masucci y los arreglos de Pacheco. El resultado es un producto genuinamente salsero al que no le falta el imprescindible toque de bugalú (guajira + son montuno + rock and roll).

Fania All Stars Live at the Red Garter recoge una de las célebres y multitudinarias descargas que sirvieron al sello para apuntalar la popularidad de la salsa entre los neoyorquinos. Sobre el escenario, Barretto, Palmieri, Hector Lavoe, Larry Harlow y hasta veinte estrellas de la escudería; aquí cada cual va a lo suyo y lo que cuenta es destacar por encima del vecino. Resultado: una música estimulante y caótica a partes iguales.

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