Reportaje:

"Federer no tiene ego"

Laver destaca el carácter del suizo pese a las críticas por su amistad con Nadal, que le ganó ayer un dobles en el Masters de Roma

Roger Federer, el mejor tenista del siglo XXI, vive atrapado entre el rostro arrugado de Tony Dungy, el primer entrenador negro en ganar la Superbowl, y las curvas peligrosas de Tyra Banks. Es una de las cien personas más influyentes del mundo. La 50ª, exactamente. Lo decidió el domingo la revista Time, que elabora cada año la lista del quién es quién en el planeta. En sus páginas, Rod Laver, mítico jugador australiano, escribió unas líneas de alabanza que tienen mucho de señal de peligro: "Lo más impresionante de Federer es la forma en la que se desenvuelve como campeón. Es muy inusual...

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Roger Federer, el mejor tenista del siglo XXI, vive atrapado entre el rostro arrugado de Tony Dungy, el primer entrenador negro en ganar la Superbowl, y las curvas peligrosas de Tyra Banks. Es una de las cien personas más influyentes del mundo. La 50ª, exactamente. Lo decidió el domingo la revista Time, que elabora cada año la lista del quién es quién en el planeta. En sus páginas, Rod Laver, mítico jugador australiano, escribió unas líneas de alabanza que tienen mucho de señal de peligro: "Lo más impresionante de Federer es la forma en la que se desenvuelve como campeón. Es muy inusual. No tiene un entorno a su entera disposición. Disfruta de la camadería de todos sus competidores. Cada vez que hablo con él, siento que no tiene ego. Mucha gente me pregunta si es el mejor de siempre. Habrá que esperar para saberlo. Una cosa es segura: es el mejor de su tiempo y uno de los más grandes campeones. Eso es algo de lo que merece la pena alardear. Y lo mejor es que Roger no lo hará".

"Se puede ser amigo y rival al mismo tiempo", dijo Nadal tras formar pareja con Moyà
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Federer no es McEnroe. Federer no es Connors. Federer no es un genio irascible que se sienta feliz atormentando a sus rivales, incapaz de convivir con ellos, obsesionado por marcar su territorio. Federer se siente contento con su fama de hombre bueno y con su naciente amistad con Rafael Nadal, el número dos del mundo, que ayer le volvió a ganar, esta vez en un partido de dobles disputado en el torneo masters de Roma: 6-4 y 7-6 (5). Los dos buscan cómo comunicarse. Nadal chapurrea inglés. Federer lo domina, como el francés, el alemán y algo el italiano. Suya es la decisión de convertir a Nadal en su igual. "Le necesitamos", dice el suizo. "Nos entendemos. Tenemos la misma visión de hacia dónde debe ir el tenis en el futuro", añade. "Se puede ser amigo y rival al mismo tiempo", argumenta Nadal.

Y así, dicen los críticos, Federer pone en peligro el lustre de su número uno. Demasiado azúcar y poco hierro.

Federer y Nadal, campeón vigente en Roma, son el mejor reclamo para cualquier torneo. En el Foro Itálico pocos recuerdan un partido de dobles en el que hubiera tanto público. Ni Federer ni Nadal suelen jugar en el circuito de parejas. Ayer, en una jornada marcada por la lluvia, lo hicieron acompañados de dos amigos: el suizo Stefan Wawrinka y Carlos Moyà, que para sonrojo y envidia de todos los compañeros de generación de Nadal vivió los primeros pasos del número dos mundial como su compañero de entrenamientos en Palma de Mallorca.

Muchas cosas han cambiado desde entonces. La relación entre Federer y Nadal es una de ellas. Hace temporada y media, maravillas de la tecnología, Nadal le escribió a Federer un mensaje de texto pidiéndole que fuera su pareja de dobles. Nacía la temporada americana. El suizo contestó que no. Leña para el fuego de la nueva gran rivalidad del tenis. Nuevos nombres que añadir a la lista de Connors y McEnroe, de Agassi y Sampras... Hoy no quedan ni las brasas. Lo demostró su última batalla. Hace una semana, a Federer no le importó el riesgo de desprestigiar su número uno llevándolo a Palma de Mallorca, la casa de su enemigo, para jugar una exhibición a mitad de temporada, fotografiarse sonriente con el español y aprender extasiado que Nadal habla con los suyos en mallorquín. Los dos cerraron el experimento mojándose en champaña entre risas. Cuchicheándose secretos a los oídos.

Y llegó el partido de ayer. Roma como escenario. Un dobles con la grada abarrotada como reto. Y otra derrota para Federer, que este año, según sus cuentas, acumula un balance lastimoso contra Nadal: 1-0 en exhibiciones, 1-0 en individuales [la final de Montecarlo] y 1-0 en dobles. En total, ha perdido siete de los diez partidos oficiales individuales que ha disputado con el español. ¿Cómo se arriesgó a perder jugando el dobles? "Hay quien siempre considera un Nadal-Federer como un partido individual", dijo Federer, que hoy debuta en el torneo individual frente a Nicolás Almagro; "pero yo no. Yo lo he hecho para ayudar a Stan [Wawrinka], que se acaba de recuperar de una lesión". La explicación confirma dos cosas. Federer siempre habla de sus derrotas en tercera persona. Y, como dice Laver, es buena gente, un tipo "que siempre te hace sentir importante". Federer perdió por ayudar a un amigo.

Primera jornada: J. C. Ferrero-D. Hrbaty (Esl.): 3-6, 6-1 y 6-4. Ó. Hernández-Ll. Hewitt (Aus.): 6-3, 6-7 (3) y 6-1. N. Almagro-T. Henman (R. U.): 7-5 y 6-1.

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