El Archivo Vaticano como pasión

En el pregón de San Prudencio, Saturnino Ruiz de Loizaga se refirió al carácter pacificador del patrón de Álava, con referencias muy detalladas de su vida. Todo ello lo encuentra en el Archivo Vaticano, donde el de Tuesta pasa sus ratos de descanso, entre legajos, pergaminos y papeles. "Es como salir a pescar; una veces vuelves con trofeos a casa; otra, llegas de vacío". En esa investigación, el medievalista se propuso rastrear las noticias sobre su Valdegovía natal, y entonces surgió su obra sobre los monasterios altomedievales en el Occidente de Álava; después, ...

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En el pregón de San Prudencio, Saturnino Ruiz de Loizaga se refirió al carácter pacificador del patrón de Álava, con referencias muy detalladas de su vida. Todo ello lo encuentra en el Archivo Vaticano, donde el de Tuesta pasa sus ratos de descanso, entre legajos, pergaminos y papeles. "Es como salir a pescar; una veces vuelves con trofeos a casa; otra, llegas de vacío". En esa investigación, el medievalista se propuso rastrear las noticias sobre su Valdegovía natal, y entonces surgió su obra sobre los monasterios altomedievales en el Occidente de Álava; después, Lengua y cultura en Álava, siglos IX-XII; y luego sobre otras diócesis cercanas, como Vizcaya o Guipúzcoa.

Así que cuando deja a San Buenaventura o Alejandro de Ales, con quienes practica una cirugía crítica metódica, traslada esa disciplina a buscar las fuentes documentales de los siglo XIV y XV que incluye en su Monumenta Diócesis Hispanae. Ahí ha recogido muchas noticias curiosas de la época como apariciones de vírgenes que ni siquiera conocen los del lugar. "Por ejemplo, toda la documentación sobre la virgen de Arrate, que la tradición estima que se apareció a un agricultor, cuando en el Archivo está registrado que fue a una chica".

Por cierto, Ruiz de Loizaga deja claro que las apariciones, generalmente a pastores, tienen poco de divinas y bastante de humanas. Eran tiempos de mucha peregrinación, sobre todo a Santiago, y la gente viajaba con sus imágenes de santos y vírgenes. "Pero les pesaban y muchas veces las dejaban en un roca o en un árbol, para recuperarlas a la vuelta. Pero muchos las abandonaban. Entonces, un buen día, llegaba un pastor y se encontraba la imagen de la Virgen. Y con la fe que había entonces, no tardaba en levantarse un santuario", explica el franciscano.

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