El Akasvayu se da un festival

El Akasvayu Girona disputará mañana su primera final europea, en casa, frente a un ignoto equipo ucraniano, el Avizmosh, y después de haber brindado un pletórico vendaval de juego ante el MMT Estudiantes. El equipo madrileño vio cortada de cuajo su excepcional racha de 12 victorias. Su derrota fue inapelable. El Akasvayu lo desmadejó de principio a fin. La diferencia fue tan abismal que el último cuarto pareció más una fiesta local, un ensayo para la final, que el cierre de un partido de alta competición, con diferencias que sobrepasaron los 30 puntos.

El Akasvayu tiró por el camino más...

El Akasvayu Girona disputará mañana su primera final europea, en casa, frente a un ignoto equipo ucraniano, el Avizmosh, y después de haber brindado un pletórico vendaval de juego ante el MMT Estudiantes. El equipo madrileño vio cortada de cuajo su excepcional racha de 12 victorias. Su derrota fue inapelable. El Akasvayu lo desmadejó de principio a fin. La diferencia fue tan abismal que el último cuarto pareció más una fiesta local, un ensayo para la final, que el cierre de un partido de alta competición, con diferencias que sobrepasaron los 30 puntos.

El Akasvayu tiró por el camino más recto. Dio gas con un ritmo infernal, el que impuso Sada. En apenas tres minutos le endosó 14 puntos a Estudiantes, sobrepasado por la avalancha que se le vino encima. Sada se multiplicó sin más tregua que la ración de banquillo que le dio Pesic para que tomara un respiro. Estudiantes aprovechó esos momentos sólo a medias. La irrupción de Mendiburu, Suárez e Iturbe y su defensa en zona durante el segundo cuarto aumentó su eficacia defensiva. Se encasquilló el Akasvayu y su renta bajó de los 12 a los 4 puntos (27-23).

A la que Sada volvió a escena, el Aksvayu se puso de nuevo en órbita. Alcanzó una renta de 15 puntos (41-26). Quedaba muy poquito para el descanso. Se produjo entonces un detalle que delata la intransigencia de Pesic. El entrenador serbio no estaba dispuesto a conceder el más mínimo alivio a Estudiantes. En su fogosa protesta de una acción, los árbitros vieron un exceso y le señalaron una falta técnica. El público entendió el mensaje de su entrenador. Su equipo estaba ganando por 15 puntos pero consideraba de imperiosa necesidad no dejar pasar la más mínima ocasión, hacer que para Estudiantes fuera más evidente, si cabía, que se enfrentaba a un equipo voraz, que si podía ganarle por 40 no iba a permitirse hacerlo por 39. Los árbitros se llevaron una bronca de órdago.

Estudiantes quedó inerme, paralizado. Perdió tontamente una cantidad ingente de balones, hasta 25, y en momentos inoportunos. Jasen acumuló faltas muy rápido y se lesionó poco después. La fuerza ofensiva quedó durante muchas fases reducida a lo que pudiera dar de sí McDonald y a varios de sus jugadores, como Garnett, Sánchez, Torres o Nikolic, les pareció excesivo el compromiso.

El Akasvayu volvió a dar un tirón en el inicio del tercer cuarto (54-30), esta vez sin Sada sobre la cancha, y la cosa quedó vista para sentencia. Pesó el factor cancha propia pero pesó todavía más el brillante partido que deparó el Akasvayu con un sobresaliente colectivo y la brillantez de casi todos sus jugadores, con mención especial para McDonald, San Emeterio, Salenga, Marinovic, y por supuesto, Sada.