Reportaje:ROSA MARÍA RODRÍGUEZ MAGDA | Filósofa feminista

"Falta mucho hasta que la paridad ya no sea necesaria"

El concepto transmodernidad, en la formulación de Rosa María Rodríguez Magda (Valencia, 1957), nació en casa de Jean Baudrillard, quien ya usaba el prefijo trans en sus formulaciones estéticas y políticas: "En 1987 le pregunté a Baudrillard si era posmoderno. Él me respondió 'qué barbaridad', y entonces propuse transmodernidad como etiqueta epocal. Cuando le planteé si aceptaría incluirse entre las referencias del nuevo paradigma, me dijo que sí, 'si somos pocos'".

Transmodernidad (Anthropos, 2005) es también la obra más reciente de Magda, una de las autoras que más...

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El concepto transmodernidad, en la formulación de Rosa María Rodríguez Magda (Valencia, 1957), nació en casa de Jean Baudrillard, quien ya usaba el prefijo trans en sus formulaciones estéticas y políticas: "En 1987 le pregunté a Baudrillard si era posmoderno. Él me respondió 'qué barbaridad', y entonces propuse transmodernidad como etiqueta epocal. Cuando le planteé si aceptaría incluirse entre las referencias del nuevo paradigma, me dijo que sí, 'si somos pocos'".

Transmodernidad (Anthropos, 2005) es también la obra más reciente de Magda, una de las autoras que más ha trascendido la teoría feminista en España, junto a Celia Amorós, Amelia Valcárcel o Fina Birulés, y hoy en Pontevedra servirá para articular su ponencia en la Semana Galega de Filosofía. Magda empezó a desarrollar la idea en La sonrisa de Saturno (1989). Si el posmodernismo fue fin de siglo, la transmodernidad sería el paradigma operativo para el gran relato actual de la globalización: "Si las ideas rectoras de la modernidad eran la lucha por la libertad, la razón y la justicia, y lo que vino después fue una sonrisa irónica frente a esas pretensiones. Entiendo la época actual como una síntesis más o menos hegeliana".

"El derecho a la diferencia no quiere decir derechos diferentes"
"El sexo también se elige. 'Transexual' equivale a nuevas formas de relación"

La distancia entre progreso humano y tecnológico, cuando el 50% de los avances científicos benefician a la industria de guerra, habría de reducirse "recuperando los retos pendientes de la modernidad, una vez asumidas las críticas posmodernas". Si no se profundiza en la revalorización político-jurídica de la libertad y la justicia, la filósofa prevé un futuro "entre la ignorancia tecnológica y el fanatismo religioso". Aunque suele destacar que "no todas las culturas son iguales", a propósito de la situación de la mujer en el Islam, la expresión choque de civilizaciones le sugiere "nostalgia premoderna".

La manipulación de los conceptos afecta también a la reivindicación de la diferencia (femenina): "Derecho a la diferencia no quiere decir derechos diferentes. El multiculturalismo quería hacer visibles los márgenes de las culturas hegemónicas, pero el diferencialismo identitario es una vuelta atrás". Las políticas de paridad no las discute porque "falta mucho hasta que no sean necesarias". Sobre la actualización en las últimas décadas de las nociones de masculino y femenino, subraya que el sexo "también se elige, líneas biológicas y culturales aparte".

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"Transexual equivale a nuevas subjetividades y nuevas relaciones. Hay que diseñar una nueva cartografía del deseo para recuperar la seducción", dice. "Existen muchos caminos entre las viejas trampas del ideal romántico y la cosificación pornográfica".

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