Reportaje:

Club capital

El Klubber's Day consolida a Madrid como referente del 'techno'

Un duelo entre dos virtuosos del house y un solo de un peso pesado del hip hop confirman al festival Klubber's Day, la incipiente cita techno de Madrid, como el referente nacional de la música electrónica en primavera. La segunda edición ya ha permitido ver la competición entre dos gigantes, Laurent Garnier y Richie Hawtin, que el viernes sacudieron el recinto del Telefónica Madrid Arena, y la irrupción ayer del acelerado jefe neoyorquino del hip hop Busta Rhymes.

Con estos nombres quizá no sea prematuro empezar a soñar con compararse al Sónar de Barcelona, e...

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Un duelo entre dos virtuosos del house y un solo de un peso pesado del hip hop confirman al festival Klubber's Day, la incipiente cita techno de Madrid, como el referente nacional de la música electrónica en primavera. La segunda edición ya ha permitido ver la competición entre dos gigantes, Laurent Garnier y Richie Hawtin, que el viernes sacudieron el recinto del Telefónica Madrid Arena, y la irrupción ayer del acelerado jefe neoyorquino del hip hop Busta Rhymes.

Con estos nombres quizá no sea prematuro empezar a soñar con compararse al Sónar de Barcelona, el encuentro de música avanzada que da la medida de todas las cosas en el panorama techno español. Con casi 23.000 asistentes, según la organización, la Casa de Campo se ha convertido en el Club de la capital.

El seísmo llegó en Viernes Santo. Decenas de dj se esforzaban con los platos, en la primera velada del festival, pero sólo dos sobresalían por encima del resto. Laurent Garnier, el maestro del tempo que acompasa el estado de ánimo del público, y Richie Hawtin, el prodigio del minimal arrollador, una mezcla de concisión y contundencia. Durante casi dos horas actuaron simultáneamente, Hawtin en el espacio estrella, el Madrid Arena (con capacidad para 6.000 personas), y Garnier, en uno más manejable, el Satélite. Ambos consiguieron que el gentío que llenaba las salas palpitara al ritmo de sus beats.

Busta Rhymes llegó ayer a la segunda y última velada para dejar claro que la otra cara del festival suena a hip hop. Tomó el relevo de Wu-Tang Clan, que actuaron el año pasado, y reincidió con los versos acelerados de Put your hands where my eyes can see, Pass the Courvoisier y Make it clap. La conjunción de electrónica y hip hop, una apuesta del Klubber's desde el primer día, no chirría y se ha afianzado en esta edición. "Congenian bastante. Para el año que viene vamos a poner más salas de hip hop", señala el coordinador del festival, Álex Montoya.

Desde la dj alemana Ellen Allien al dúo español Wagon Cookin

', el cartel es hasta ahora impecable. Garnier echó los dientes de dj en la mítica Hacienda, la disco de Manchester que vio nacer el acid house, y algo de aquella explosión de hedonismo permanece en su techno festivo. "¿Qué taaaaal?", aúlla de entrada, el viernes. "¡Danos chicha, Laurent!", le grita una chica desde la primera fila. Tranquilos, es necesario calentar motores. Cuando ya tiene a todos bailando a un ritmo drum'n'bass creciente, monsieur Garnier se arranca con su hit infalible. "¡Crispy Bacon!". El delirio. "¿Cómo se dice Crispy Bacon en español?", pregunta el francés, pero no hay respuesta; aquí nadie sabe de tocinos crujientes, aquí se ha venido a bailar. Garnier vuela sobre los mandos. Ahí va una andanada de house pata negra.

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Hawtin es de otra pasta. Enrocado en el aparatoso escenario del Madrid Arena, el anglocanadiense surgía el viernes tras los teclados como un geniecillo que desata un vendaval. Su flequillo rubio bailoteaba mientras intercalaba trallazos house. Hawtin es un explorador. Se dedica a trazar las vías que después recorre el resto. Su house minimal es una invención propia en la que combina el sonido de instrumentos como la batería con los múltiples efectos que permite la tecnología digital. El resultado convence.

Ante sí tiene la pista central del Madrid Arena, con centenares de chavales que quieren saltar como posesos, empujados por los impulsos electrónicos. El zumbido martilleante de los altavoces que se acompasa con los latidos, en un sístole-diástole que agita la pista de punta a punta. El respetable responde. Misión cumplida.

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