Necrológica:

Ernest Gallo, el gran bodeguero californiano

Creó el mayor emporio vitivinícola de Estados Unidos

Ernest Gallo, nacido el 18 de marzo de 1909 en Jackson, falleció el martes en Modesto, ambas de California, con casi 97 años. Junto a su hermano Julio, fundó el mayor imperio vitivinícola de EE UU.

"No hicimos lo imposible. Hicimos lo obvio". Con esta frase definió su carrera como vitivinicultor y empresario uno de los zares californianos del vino, Ernest Gallo, copropietario de E & J Gallo, quien falleció el martes en su casa de Modesto (California) a los 97 años. Su imperio vinícola, que el año pasado le situó en el número 283 de la lista Forbes de los 400 hombres más ricos de América...

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Ernest Gallo, nacido el 18 de marzo de 1909 en Jackson, falleció el martes en Modesto, ambas de California, con casi 97 años. Junto a su hermano Julio, fundó el mayor imperio vitivinícola de EE UU.

"No hicimos lo imposible. Hicimos lo obvio". Con esta frase definió su carrera como vitivinicultor y empresario uno de los zares californianos del vino, Ernest Gallo, copropietario de E & J Gallo, quien falleció el martes en su casa de Modesto (California) a los 97 años. Su imperio vinícola, que el año pasado le situó en el número 283 de la lista Forbes de los 400 hombres más ricos de América, contribuyó a cambiar el paladar de los estadounidenses con relación al vino, que dejó de ser visto como un objeto de lujo para convertirse en un producto de consumo habitual. Su empresa hoy produce 80 millones de cajas al año y exporta a casi 90 países.

Ernest Gallo fundó su bodega junto a su hermano Julio en 1933, pocas semanas antes de que la ley seca llegara a su fin. Los hermanos heredaban la granja de sus padres, propietarios de algunas hectáreas de vides desde los años veinte en Modesto (California), cuya uva después se vendía en bodegas de la Costa Este donde, pese a la ley seca, todavía era legal la producción de vino. La prohibición favorecía los beneficios, pese a las intervenciones de las mafias, que asaltaban los trenes cargados de uvas que unían ambas costas y en los que Ernest se curtió viajando para proteger la producción familiar. Sin embargo, la depresión del 29 cambió completamente el panorama, su familia se arruinó y en 1933 su padre, ahogado en deudas, mató a su mujer y después se pegó un tiro. Entonces Ernest y su hermano Julio, con 23 y 24 años respectivamente, consiguieron un préstamo de 5.900 dólares y con una receta para fabricar vino que encontraron en una biblioteca pública decidieron abrir una bodega. Pese a no saber nada del negocio, se entregaron a él en cuerpo y alma, turnándose en todas las labores, incluida la de arar la tierra por turnos con un solo tractor. Y se repartieron las tareas en una empresa cuyo valor el pasado año superó los 1.300 millones de dólares.

Gallo era el primero en exigirse a sí mismo trabajar a destajo: "No hicimos nada que otros no hubieran podido hacer. Yo no era más brillante o tenía una mejor educación, pero estuve dispuesto a entregarle al negocio todo el tiempo y la energía necesaria".

Comenzaron produciendo vinos de mesa baratos, pero desde el principio invirtió en tecnología avanzada para conseguir incrementar la producción y la calidad. En 1957 llegó su primer gran éxito: Thunderbird, un vino cuyo nombre se tomó prestado de uno de los coches deportivos de Ford, con una fuerte graduación alcohólica y con una mezcla de limón que se convirtió en superventas entre las clases populares. A partir de ese momento, todos sus esfuerzos se centraron en conseguir que la clase media se identificara con marcas como Hearty Burgundi y Carlo Rossi. "Gallo puso California en el mapa del vino estadounidense y en el del vino mundial" afirmó ayer en Los Angeles Times, Nat diBuduo, presidente de la mayor cooperativa vinícola de ese Estado.

Ernest se emborrachó una vez en su vida. "Tenía cinco años, me supo muy bien, un poco dulce". Lo probó en la bodega de su abuelo, donde dos hombres que pisaban uvas le ofrecieron un vaso. Él se bebió dos y acabó despertándose en la cama de su abuela con una fuerte resaca. Siempre contaba que fue la primera y última vez que bebió más de la cuenta.

Ernest Gallo.

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