Reportaje:AULAS

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El barítono Carlos Álvarez da una clase en un instituto de Sevilla

Un torrente de voz inunda la sala ante la mirada atenta de un auditorio menor de 18 años. En un proyector, cobran vida Rigoletto y su hija, durante la escena en la que se produce la muerte de ésta ante los ojos de su padre. Esos ojos son los de Carlos Álvarez, uno de los cantantes líricos más importantes del panorama operístico español. Álvarez, desde una esquina del salón de actos del instituto Albero de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) contempla el drama. Cuando termina el acto, hay unos segundos de silencio absoluto. Después, la audiencia rompe emocionada en aplausos.

Así comienza la int...

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Un torrente de voz inunda la sala ante la mirada atenta de un auditorio menor de 18 años. En un proyector, cobran vida Rigoletto y su hija, durante la escena en la que se produce la muerte de ésta ante los ojos de su padre. Esos ojos son los de Carlos Álvarez, uno de los cantantes líricos más importantes del panorama operístico español. Álvarez, desde una esquina del salón de actos del instituto Albero de Alcalá de Guadaíra (Sevilla) contempla el drama. Cuando termina el acto, hay unos segundos de silencio absoluto. Después, la audiencia rompe emocionada en aplausos.

Así comienza la intervención del barítono ante los estudiantes de este centro. La intención del profesorado es acercar al alumnado al mundo del arte y, especialmente, a la música. Por esta razón, cada primavera celebran un festival de música y danza. "Apostamos por la educación artística y musical. En este sentido, la ópera es el arte total, pues reúne música, teatro, pintura, escultura, y otros tipos de expresión artística", explica el director del IES Albero, Javier Hermida. Junto a Álvarez, se encuentran sus colegas en el escenario Carmen Serrano (soprano) y Emmanuela Barazia (mezzosoprano).

"Éste es el trabajo que el público ve", comenta el barítono tras contemplar la escena de Rigoletto, de Verdi,. "Hay otra parte que no se ve y es en la que más disfrutamos", añade el cantante, en referencia al trabajo diario de los artistas líricos.

Álvarez recuerda su infancia y su época de estudiante, cuando se decidió por la ópera y colgó los libros de Medicina. "Os veo y me recuerdo a mí mismo en la escuela, cuando formaba parte de un coro. Es muy importante dar la posibilidad a la gente de acercarse a la ópera. Por eso, considero fundamental la existencia de un Bachillerato artístico que abra la puerta a aquel que desee dedicarse profesionalmente a la música", dice el barítono, sentado frente a los alumnos. Las preguntas de estos no se hacen esperar:

"¿Qué opina de la música escrita a partir del siglo XX?", dice un joven. "La música es contemporánea siempre. Pero, aunque como teoría es posible en cualquier época, también debe ser practicada. Si se quiere hacer música para un público, hay que hacerla para que éste la entienda", responde. "¿Cómo se tomaron sus padres que dejara de estudiar Medicina?", pregunta otra alumna. "Siempre fomentaron que la toma de decisiones implica una responsabilidad, por lo que no tuve presiones", confiesa Álvarez.

"¿Sintió miedo al tomar esa decisión?", inquiere otro. "El miedo siempre existe. Tomar esa decisión era como lanzarse al vacío, pero nunca salté sin red", responde el artista. "¿Cuál es el fin de un músico?", se atreve un último alumno. "Cuando comencé a cantar profesionalmente me preguntaba, "¿en qué puedo ayudar a los demás?". Durante un tiempo me sentí mal por esto. Pero después me di cuenta de que con la ópera se es capaz de alterar los estados de ánimo de la gente". "Sólo quiero daros un consejo", advierte antes de terminar. "Debéis ser vosotros mismos y decidir lo que os gusta y lo que no. Para eso, es fundamental oír música y tener una posición clara como consumidores".

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